Postales desde el filo

José Asenjo

Las últimas encuestas

EL pasado domingo José Aguilar en su columna ¡Qué mal lo tiene el PSOE! comentaba los sondeos que publicaba este periódico. Lo cierto es que si la realidad que reflejan las últimas encuestas se prolonga hasta el próximo año, los socialistas sufrirían su peor situación desde el inicio de la democracia. Es la conclusión que se puede extraer de estas encuestas, por mucho que nos turbe a sus votantes la idea de que el vacío que deje el PSOE inevitablemente será ocupado por la insoportable levedad programática del PP. Como dijo Felipe González, el problema no es perder las elecciones sino que las gane alguien sin haber hecho una sola propuesta. Me refiero a algo más que las vaguedades y lugares comunes con las que los dirigentes del PP han evitado pronunciarse ante cada uno de los graves problemas a los que se está enfrentando la economía española desde que se inició la gran depresión.

En un contexto similar al actual se celebraron las elecciones municipales y autonómicas del 95 que pusieron fin a la hegemonía política del PSOE. Entre otras, se perdieron las comunidades de Madrid y Valencia que, junto con Andalucía, habían sido los pilares que sostuvieron la mayoría socialista de los ochenta. Y también se puso fin, con algunas honrosas excepciones, al dominio socialista en las principales ciudades del país. Hoy, tan preocupante como las malas encuestas debería ser para el PSOE su impotencia para recuperar los territorios perdidos. La pregunta es ¿por qué las comunidades y las ciudades que durante un largo periodo fueron mayoritariamente socialistas, tres lustros después siguen pareciendo feudos inexpugnables del PP?

Probablemente la respuesta esté en cómo se resolvió el dilema al que tuvo que enfrentarse el partido tras el XXXV Congreso socialista del año 2000. Aquel en el que se superaba la larga crisis en la que se había sumido el partido en la década de los noventa. Zapatero, con sus promesas de cambio y regeneración de una organización maltrecha, tanto en su vida interna como en la imagen que trasladaba a la sociedad, ganaba por un mínimo margen a Bono. Pasado el congreso, se evidenció que abordar la tarea prometida, de acometer una profunda renovación de las estructuras orgánicas del partido, era incompatible con una estrategia que permitiese recuperar el gobierno a corto plazo. Se optó por lo segundo con sorprendente éxito y cuatro años después los socialistas recuperaban el gobierno de España.

El sombrío futuro que las encuestas proyectan sobre el partido da la medida de la dificultad de los retos. El primero, las elecciones municipales. Zapatero no duda en tomar las decisiones que cree necesarias sin tener en cuenta sus efectos electorales inmediatos. Algo que viene a sumar aún más dificultades a las candidaturas socialistas. Aunque lo único cierto es que la posibilidad de ganar alcaldías como la de Málaga es sin duda ahora lo más importante para el partido.

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