NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Cualquier día nos dicen que el presidente Sánchez, rememorando a su imprescindible dictador de cabecera, publica columnas con seudónimo en las que advierte de los peligros que supone la ultraderecha mundial y cómo conspira contra su gobierno progresista y comprometido con la justicia social que hace cosas chulísimas según la vicepresidenta Díaz. El general Franco firmaba como Jakim Boor las columnas que publicaba en Arriba donde desgranaba la conspiración judeomasónica internacional que impedía que su gobierno hiciera de España una arcadia catolicísima e imperial. El señor Sánchez también dispone de medios de cabecera y nos arenga a menudo. Pero no sé qué alias usaría. Aunque tras verlo ofrecer una rueda de prensa ante una sala vacía mientras disfrutaba contemplándose en el monitor con su reconocida vanidad, le sería muy apropiado el de Dorian Grey.
Y es que no hay mejor modo de ocultar la incapacidad de un gobierno populista que convenciendo a los suyos de que existen pérfidos conspiradores que maquinan en la oscuridad y son los culpables de todo lo malo que ocurre en el país. Recuerdan al niño que busca convencer a su madre de que el florero de la abuela que se esparce hecho añicos por el suelo del salón ha sido derribado por un monstruo volador que salió gruñendo del paragüero cuando él, bondadoso e inocente, colgaba su impermeable en la percha del vestíbulo.
Resulta curioso cómo ante eventos fortuitos y azarosos muchos prefieren una explicación sencilla aunque delirante, a otra más compleja que les cuesta entender, porque les genera una satisfactoria sensación de control. Por eso, al final, el Apagón, aún inexplicado y ya enterrado bajo una montaña de escombros informativos fue, para el gobierno, obra de la ultraderecha. Supongo que alguien le daría al automático al levantar el brazo y saltarían los plomillos. Y lo mismo, las continuas averías ferroviarias, el colapso del control de pasaportes de Barajas, la inexistencia de presupuestos y hasta la corrupción de los gerifaltes socialistas. Porque un socialista no roba. Así que o lo ha poseído el fantasma de un ultraderechista o era un ultraderechista camuflado. Y no hay más. Si judíos y masones eran los enemigos imaginarios de Franco, la ultraderecha, de la que forma parte todo el que no comulga con este gobierno, es el del señor Sánchez.
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