El veto parental

La educación que censura Abascal es la necesaria información sobre la existencia de otras realidades

Si alguien me espetara que en un colegio se enseña a niños de 6 años juegos eróticos que están "al lado de la corrupción de menores", le llamaría mal nacido. Afirmar eso sin poner una denuncia en el juzgado te hace cómplice. Y si es mentira, no tiene perdón.

Abascal miente cuando tira esa piedra. Falta al octavo mandamiento y lo hace con conciencia del daño que provoca, tal y como que delata su sonrisa al final de la rueda de prensa. Hace daño a la comunidad educativa desacreditándola y no le importa. Como no le importa enfrentar a la sociedad y socavar sus valores y mecanismos de convivencia. Sabe que las actividades complementarias son propuestas, expuestas y acordadas en los consejos escolares, en los que la participación de los padres ya podría ser mayor, aunque no le preocupe. Sabe que las "cuestiones moralmente controvertidas" son cuestiones imposibles de acotar que pueden llevar a cuestionar la teoría de la evolución o que se hable del cerdo. Sabe que cuestiona la autoridad del profesor, y en el fondo, el propio principio de autoridad: "yo soy tu padre y te van a explicar lo que yo quiera". O mejor aún: "esto no lo estudio hasta que mi padre no lo diga". Y sabe que la instrucción del gobierno murciano abarca a cualquier actividad complementaria ya que no hace distinciones. Y no las hace porque, en el fondo, debió darles vergüenza excluir solo las relacionadas con la violencia de género y la educación sexual, o quizás no supo separar lo que sería "moralmente controvertido". Y porque es complicado explicar cómo se hace una sociedad mejor sin decirle a unos críos que pueden acceder a cualquier tipo de pornografía especialmente violenta desde que les regalan un móvil, que esa no es forma de relacionarse. Que acercarse al sexo a través de la pornografía es conocer el espacio por las películas de Star Wars. Aunque el ejemplo sea malo si se piensa que la tierra es plana.

La educación que censura Abascal es la necesaria información sobre la existencia de otras realidades, tan minoritarias como reales, cuyo conocimiento hace posible que convivamos en paz. Pensar que explicar que existe la homosexualidad nos hace homosexuales es como creer que enseñar matemáticas hace a los niños científicos. Pero Abascal tiene razón en una cosa, sus pactos los ha hecho con la "derechita cobarde". Ni siquiera alguien que ha dado muestras de valentía como Maroto es capaz de plantarle cara.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios