Festival de cine, exposiciones, procesiones, tribunas cofrades, carreras urbanas, conferencias, premios, presentaciones de libros, carteles, 30 aniversario del PTA de las atracciones, ferias, congresos, Smart City City Bang Bang y terral playero. Solo nos falta el horario de verano para ganar medalla en el maratón majara de la liebre de marzo.
En la película que se ha llevado siete premios en la última edición de los Oscars todo sucede a la vez en todas partes. En la adaptación local todo acontece a la vez Cenacheriland. Por cierto, una película hiperoscarizada que los viejenials la tenemos que ver a cachos. De varias sentadas y aún así casi ni te enteras de lo que va. Corren tiempos tan divertidos como ennortaos, ahora te clavan seis con setenta eurazos por un café y un refresco en una terracita del centro cualquiera. Cavilaciones de neotieso. Al final lo de la ciudad de los quince minutos va a consistir en alejarse como mínimo un cuarto de hora del centro histórico por prescripción económico facultativa. En cualquier Café de cucaracha te clavan como en el Starbuks. Sobre el cartón pluma y presentación de payo point Cenacheriland está más reventona que nunca, respira hondo y estornuda por las torres y rascacielos del progreso ladrillero. Hay nóminas que también están en este mundo abocado a la paguita y pensión de jubilación universal. Pero no le quiero transmitir mal fario. Lo del festival de cine: idea acertada eso de encajar la cita en plena cuaresma. Gran estrategia turística. Mientras los meseteños andan hasta la boina del paraguas y la bufanda, la omnipresencia de Cenacheriland en los medios de comunicación muestra las bonanzas de la ciudad paraíso. Exitazo, abundancia de conexiones y chascarrillos de famosoides con vistas de ático. Añada playa espetera con muslamen al sol o el colorinche del Pompidou y así proyectamos una imagen de ciudad redonda disfrutona de anuncio. La promoción perfecta para petarlo más. Se dan motivos, se echa el anzuelo para captar más visitantes durante Semana Santa ahora que las vacaciones son de picoteo y presupuesto saltarín. Habrá qué ver lo que recomienda la inteligencia artificial generativa ante tanto mogollón espumoso. Los vecinos, por el contrario, tuercen el morro ante la avalancha de progreso, aumento del coste de la vida tranquila y todas las incomodidades que aparejan haber hipotecado el alma en aras de un crecimiento tan acelerado como esquizofrénico.
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