La vida sigue

18 de noviembre 2023 - 00:00

Seguramente en términos políticos lo mejor de lo ocurrido esta semana es que ha acabado este ciclo incierto de investiduras y por fin tendremos un gobierno en los próximos días. Nos da una pequeña sensación de descanso: la vida sigue, aunque sabemos que la turbopolítica no nos dará respiro y la semana que viene la agenda política será el reflejo de una sociedad que va ‘a todo trapo’.

El país vive desde primavera sumido en una atmósfera electoral y el resultado del 23J no ha hecho más que prolongar a un gobierno en funciones. El contexto internacional es complejo, con dos guerras –Ucrania e Israel- y Europa debe tomar decisiones importantes. Por tanto, es necesario un gobierno que colabore decididamente en la gobernanza de ese escenario internacional.

Pero, sin duda, hace falta un gobierno porque los problemas que tiene este país requieren una atención urgente. La investidura ha sido un éxito político de Sánchez. Sin embargo, el porvenir de la legislatura puede ser corto. El gran problema de este gobierno es conjugar una agenda política fuertemente social y territorial. La primera conecta con la tradición socialdemócrata del PSOE y también con las exigencias de Sumar. En una palabra, es lo que conecta a Sanchez con la izquierda y con su socio de gobierno y, por tanto, es fundamental para construir un gobierno de coalición homogéneo y que actúe concertadamente –y que no se repita y se supere esa coalición ‘a dos voces’ del gobierno anterior con Podemos-. En este punto, será importante ver cuáles son las nuevas caras de Sumar al nuevo gobierno en ministerios pactados, si se da alguna cartera a Podemos y, sobre todo, si el cumplimiento de esta agenda social va a ser un eje de conflicto continuo y de negociación constante dentro de los socios de coalición y, por tanto, un termómetro de las relaciones entre los partidos y las de la coalición.

La agenda territorial conecta con la estrategia de Sánchez para conseguir la investidura, una coalición con la izquierda y con los partidos nacionalistas e independentistas. La idea es avanzar en la solución del problema territorial. Sin embargo, la amnistía que como decisión política y pacto político pueden comprenderse aunque pueda ser discutible, jurídicamente tiene muchos más detractores y, sobre todo, se ha convertido en el eje del malestar y de la división nacional, que une a la derecha en una movilización ciudadana sin precedentes frente al nuevo gobierno. La amnistía es ahora el elemento clave del tono de la oposición y, desde luego, tendrá su recorrido. En otro orden de cosas, y como se ha visto en a investidura, el lenguaje del condicionamiento del apoyo al gobierno al cumplimiento de los pactos por parte de los socios nacionalistas e independentistas, incluso con la amenaza, hará que el gobierno tenga que mirar con atención a sus socios territoriales sin descuidarse lo más mínimo.

Como puede verse, se trata de un desafío complejo: lo normal en la izquierda es un planteamiento que incida en la agenda social. Lo social y pueden ser incompatibles y de difícil cumplimiento.

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