letra pequeña

Javier Navas

La viga, la paja y los ladrillos

HAY un adagio de moral cínica que dice "Lo que vale para los otros no vale para mí". Todo puede superarse: "Lo que vale para mí no vale para mí". La alcaldesa de Manilva, Antonia Muñoz (Izquierda Unida), se comprometió por escrito a cesar si la imputaban por corrupción. La han imputado y no ha cesado. Ni la coalición la obliga. Muñoz arrastra la reputación de su partido por los suelos -recalificados o incalificables- pero también arrastra votos de negociantes untuosos, comunistas sordomudos y familiares del personal laboral del Ayuntamiento. Así que la dirección del partido mira hacia otro lado, si es que le queda alguno sin que un terreno jurídicamente boscoso le tape la vista, y conserva sin excesivos sobresaltos un bastión modesto -pero al menos uno- que justifica el esfuerzo de IU en la Costa del Sol.

La recalificación de terrenos ha sido la teta más ordeñable de la región. No se privaba nadie, de ningún partido, mientras ha estado lo bastante arrimado a la charca para hozar gustoso. Si Izquierda Unida alardeaba de pulcritud era porque ocupaban la charca marranos más grandes. Cierto que la parcela que lleva y trae a la alcaldesa por el camino de los juzgados -lo de siempre, empotrar un conjunto residencial en un macetero-, ya coleaba con irregularidades desde los mandatos de otros alcaldes. A día de hoy, Antonia Muñoz es la responsable. No opina así su formación, pues ha sido imputada por un "presunto delito de prevaricación urbanística" archivado en 2008 y reabierto tras una nueva denuncia. Como esperan que pase lo mismo, entretanto no pedirán la dimisión de la alcaldesa, apoltronada en el salón de Plenos.

En política uno puede escoger el código de conducta que le dé la gana mientras encaje en la legislación (aunque abundan los casos en que ni eso). Pero una vez escogido hay que aferrarse a él: así tendremos una idea de qué estamos votando más allá de la fluorescente sonrisa del cartel electoral. Esto, en un país donde el presidente del gobierno dice que hace lo que tiene que hacer aunque lo que haga no sea lo que dijo que iba a ser, suena a cuchufleta. Nos hemos insensiblizado al cinismo. Si la dirección provincial de IU mantiene a esta mujer en el cargo es porque la relación coste-beneficio es positiva. La votan. Los argumentos son los de cualquier pueblo de España: "da trabajo", "es de los nuestros", "todos los políticos son iguales, da lo mismo votar a uno que a otro". Los argumentos en contra son irrisorios: "las empresas privadas no querrán invertir aquí", "genera inseguridad jurídica, lo mismo te toca a ti que le toca a cualquiera" o "una imputada por corrupción no puede ser alcaldesa jamás". La moral cínica también cala entre los que eligen.

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