La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
Yolanda Díaz se plantó como nunca y claudicará como siempre. Se puso seria exigiendo al presidente que ponga pie en pared ante el doble acoso político y ético que le tiene cercado (corrupción y abuso sexual). ¿Cómo? Con un cambio profundo y radical de su Gobierno.
La respuesta del PSOE a sus aliados de la izquierda fetén ha oscilado entre el ninguneo y la ojana con la palabra y la negativa rotunda con la acción. El ministro montaraz, Óscar Puente –más entregado a las redes sociales que a su negociado de transportes– despreció olímpicamente a Yolanda. Pedro Sánchez le suministró varias dosis de ojana de vocación anestesiante (adulación, “pese a las discrepancias hay muchas cosas que nos unen”, queda toda una agenda social por delante...) y un solo hecho verdadero: no piensa cambiar el Gobierno. Y menos, digo yo, si lo exige públicamente su aliado de Sumar.
Después de haber tragado sapos inequívocamente asquerosos y aguantado los carros y carretas de una degradación colectiva a la que el presidente ha reaccionado con la estupefaciente confesión de sucesivas decepciones personales, a Yolanda Díaz ni se le pasa por la cabeza romper con Pedro Sánchez y acabar con el Gobierno de coalición.
Sus amenazas carecen de credibilidad a estas alturas. No sólo porque a los líderes de Sumar les gusta mucho el poder y disfrutan con fruición de los sillones que legítimamente disfrutan (en la misma medida que a todos los políticos conocidos: desde el primer día de ocuparlos se proponen hacer todo lo posible para continuar en ellos). También porque el escenario que abriría el abandono de sus responsabilidades de gobierno sería nefasto... mayormente para el propio Sumar (“el espacio”, en plan cursi).
Piénsenlo un momento. Ni siquiera el ilusionista Sánchez podría gobernar en solitario el resto de la legislatura, habría elecciones generales anticipadas y Yolanda Díaz las afrontaría con un bagaje enormemente negativo. Su movimiento cae en todas las encuestas, ha fracasado en la misión de reunificar a la izquierda radical, sus pequeños aliados territoriales impugnan su liderazgo y su imagen personal no levanta cabeza desde el Covid, cuando aún no se había desnortado. Todo lo que puede esperar Yolanda de un adelanto electoral es un desastre.
“Hay un punto y aparte”, dijo Yolanda dando condición de ultimátum a sus exigencias a Sánchez. Va a resultar que no. Será un punto y seguido. Uno más.
También te puede interesar