Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Los zapatos del pescador

Las sandalias del primer papa, Pedro el pescador, de cuero, gastadas de tanto andar, las guardan en Oviedo

Cuando el cuerpo de San Pedro, tras su martirio, fue llevado al sepulcro, en la colina del Vaticano, un fiel guardó las gastadas sandalias de cuero del Apóstol, con las cuales había recorrido interminables caminos polvorientos y vías romanas, difundiendo la doctrina de Jesús. Las sandalias del pescador se conservan hoy en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, informa la web catholic.net. Después, el sucesor de Pedro, por influencia bizantina, se calzó de rojo para piruetear durante 2000 años de historia. Zapatos rojos usó Juan Pablo II, y los lució ya muerto en su catafalco, también el recién fallecido Benedicto XVI los usó durante su pontificado, y el Vaticano tuvo que salir al paso de las lenguas viperinas que extendieron el rumor de que se los proporcionaba la casa de modas Prada. En su defensa -y esto lo recojo de la revista Vanity Fair- un portavoz pontificio afirmo: "Al papa no lo viste Prada, lo viste Cristo". Ser hijo de Dios encarnado te obliga a conocer todos los oficios, incluso los de zapatero y sastre. ¡Qué cruz! Parece que Jesús -comunica Antena 3-, ha sido liberado de este menester por un artesano local de nombre Stefanelli. En 1953, los Maristas nos llevaron a la catedral para ver el féretro del arzobispo don Balbino Santos Olivera. Tenía yo 9 añitos. Me impresionó tanto el cadáver de aquel anciano que no me fijé en el color de sus zapatos, pero sí, en que eran nuevos. Era el segundo cadáver que veía en mi vida. La visión del primero me turbó más: el de un muchacho de mi pueblo que había muerto de tisis, y al que atisbé por la ventana del cuarto donde lo velaban, cubierto por un sudario que dejaba al descubierto unos pies descalzos blanquísimos. En 1953, el número de los que pasábamos ante cadáver no carecía de importancia propagandística. En pleno nacionalcatolicismo, no hubo un colegio ni un instituto de la capital, y de alguno de los pueblos cercanos, que no llevara su alumnado a la catedral. La prensa local se hizo eco de la numerosa concurrencia. Las televisiones nos informan hoy, al mismo tiempo, de los brasileños que acuden a despedir a Pelé y de los católicos que pasan a diario por la capilla ardiente del papa. Pelé gana por goleada. Pero los zapatos, ahora negros, de Benedicto XVI, como los de sus antecesores, tienen las suelas impolutas. Ellos no pisan el suelo, levitan.

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