Editorial
Una moción disparatada
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Una vez pasadas las elecciones autonómicas catalanas, que como es habitual han tensado toda la vida política nacional, parece que PSOE y PP han iniciado un tímido acercamiento, algo que no puede ser más que positivo para el país. Así se ha visualizado en actos como el celebrado el pasado martes para conmemorar el fracasado intento del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, en el que los dos partidos compartieron un mismo relato de los hechos y su significación, lo cual no es poco en estos tiempos de continuo revisionismo histórico. Asimismo, tanto el partido socialista como el de centroderecha han iniciado conversaciones para el desbloqueo de la renovación de instituciones tan importantes como el Consejo General del Poder Judicial o el consejo de administración de Radio Televisión Española. Hablamos, insistimos, de un acercamiento aún tímido que no debe quedarse en palabras y tiene que materializarse en acuerdos concretos que beneficien al funcionamiento del Estado y al bienestar de los ciudadanos. Pese a los muchos y graves errores que tanto PSOE como PP han cometido en estos más de cuarenta años de democracia (el de la corrupción es sin duda el más importante), los últimos años han dejado en evidencia que aún son los partidos con mayor implantación en todo el territorio nacional y los que aún mantienen la centralidad política, si los comparamos con otras fuerzas de izquierda y derecha que han optado abiertamente por el populismo. España, hoy por hoy, sigue necesitando de las dos formaciones sistémicas que en estas últimas cuatro décadas han permitido una alternancia en el poder desde posturas mesuradas. El PP de Pablo Casado ha iniciado -ya desde la moción de investidura de Santiago Abascal- un claro giro al centro. Por su parte, Sánchez debería maniobrar también en este sentido y diferenciarse sin matices de aquellos que quieren arrastrar al socialismo español hacia un radicalismo que no sería bueno ni para el PSOE ni para España. Sólo queda esperar que este acercamiento no quede, una vez más, en un movimiento oportunista y que asistamos al inicio de una nueva etapa en la relación de ambas formaciones.
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