El Rey apela a la Transición como valor de futuro

La reacción general a la intervención del Monarca avala que don Felipe acertó en su discurso en su apuesta por la juventud

En uno de los momentos de mayor convulsión política, no sólo en España por el desafío soberanista catalán, sino también en toda Europa y en el mundo por la irrupción de movimientos populistas que arrastran a sus tesis a millones de personas desencantadas con la política tradicional, el Rey ha defendido la vigencia de los valores de la convivencia y de la tolerancia que encarnaron el espíritu de la Transición y que sirvieron para alumbrar la Constitución española de 1978. Felipe VI no ha reivindicado ese pasado como el que recuerda un capítulo fundamental de un libro ya superado. Tampoco como colofón de la reciente efemérides del 40 aniversario de la Carta Magna. Al contrario, la defendió como una apuesta de plena actualidad porque, a su juicio, es la única alternativa posible para ofrecer un futuro esperanzador a las generaciones venideras, con las que considera que la sociedad está en deuda tras el severo daño que les ha causado la reciente crisis económica. Don Felipe decidió centrar en la juventud su tradicional discurso de Nochebuena. Unos jóvenes a los que describió como inmersos en la realidad tecnológica, con talento, con vocación europea y comprometidos con múltiples causas, pero que tienen muy difícil encontrar trabajo. Así insistió en la obligación de hacerles partícipes de ese citado periodo de gestación de la democracia porque es el que "permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia". El Monarca evitó referirse expresamente al problema catalán pero expresó que los españoles deben insistir en los vínculos que les unen y que son incompatibles "con el rencor y el resentimiento", porque esas actitudes forman parte de lo peor del pasado y hay que impedir que renazcan. En esta ocasión, las cuatro formaciones políticas nacionales, incluida Podemos, han valorado aspectos de la intervención del Rey. Aunque, como suele ser habitual, destacaron las coincidencias con sus propios postulados. Es más, la formación morada argumentó su tibio respaldo por apreciar en el discurso una rectificación al que pronunciara el 3 de octubre de 2017, tras el presunto intento de asonada independentista. Sea como fuera, la reacción general, al margen de que el presidente de la Generalitat persevere en su ceguera de que en Cataluña no hay un problema de convivencia, sirve para avalar que el Rey acertó plenamente con su alocución. Una decisión valiente, la de evitar detenerse con profusión en la problemática del presente para enfocar la mirada hacia la juventud y su futuro.

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