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Andalucía está pagando ya una factura muy elevada por la sequía. Y si no se produce un cambio radical a corto plazo, lo que por desgracia parece muy probable, esa factura se va a encarecer mucho más. El Servicio de Estudios del BBVA ha presentado un informe de situación que no deja lugar a dudas: la falta de agua ha destruido ya unos 35.000 empleos y su impacto en la economía regional provoca una pérdida de PIB que nos aleja de la convergencia con España y Europa. También el Gobierno andaluz ha encendido todas las alarmas. Tras aprobar el tercer decreto de medidas para hacer frente a la falta de agua, el presidente, Juanma Moreno, calificó la situación de "dramática" y lanzó un serio aviso sobre las consecuencias que va a tener en el crecimiento económico. Andalucía es quizás la región más expuesta de toda España a sufrir con intensidad los efectos de una sequía larga como es la que se viene padeciendo en los últimos años. Lo es por su situación geográfica, que hace que los frentes atlánticos no lleguen con tanta frecuencia y fuerza como a las regiones del norte de la Península. Pero también la hace especialmente sensible a este fenómeno su estructura económica. La región, a falta de un sector industrial digno de ese nombre, vive fundamentalmente de la agricultura y del turismo, dos actividades que son sus grandes generadores de renta y empleo, pero que se ven muy afectadas por factores externos e incontrolables, como puede ser la falta de agua. Tanto el campo, con aumento de la superficie de regadío, como la llegada de turistas han tenido crecimientos exponenciales que no ha ido acompañados de una planificación hidrológica adecuada. Las consecuencias se pagan en tiempos de sequía.
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