Territorios de acuerdos

La larga campaña electoral que recorrerá todo este año no puede suponer el colapso de la política y PP y PSOE deben actuar en consecuencia

Mientras Vox ultima una moción de censura contra Pedro Sánchez destinada a convertirse en un estrambote político sin más consecuencia práctica que la de la ocupación mediática durante unos pocos días, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha lanzado recientemente mensajes que son una apuesta por el realismo político y por la necesidad de forjar acuerdos en temas que son sustanciales para la vida del país. Sin rebajar un ápice el nivel de crítica a la gestión del Gobierno de coalición, el líder del PP se ha ofrecido para garantizar con sus votos una reforma lógica y ordenada de la llamada ley del sólo sí es sí, que ha metido a la parte socialista del Ejecutivo en un lío mayúsculo con su coaligado Podemos. Unos días antes, en el Senado, Núñez Feijóo se mostró partidario de apoyar la última subida del salario mínimo aprobada por el Gobierno, aunque incluyó ese respaldo en la necesidad de un pacto de rentas que garantice la viabilidad empresarial en unos momentos especialmente difíciles por la subida de la inflación y la complicada situación internacional. Con estos ofrecimientos el jefe de la oposición pone de relieve la necesidad de abrir cauces de diálogo, incluso cuando el Gobierno de Pedro Sánchez da muestras de agotamiento extremo y es incapaz de conseguir un consenso mínimo entre los dos partidos que lo integran. España está ya, en la práctica, metida en una larga campaña electoral que se prolongará a lo largo de todo este año. Esta circunstancia no puede llevar al colapso de la política. Ahí tienen una responsabilidad especial los dos grandes partidos que llevan décadas siendo los garantes del mantenimiento del orden constitucional. El líder nacional del PP parece haberlo entendido. Al Gobierno y al PSOE parece que les cuesta más trabajo. La respuesta socialista al ofrecimiento de apoyo popular en estas dos materias refleja una cortedad de miras peligrosa para la democracia.

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