Francisco de la Torre es, sin duda, el gran triunfador de las elecciones municipales de la provincia de Málaga. Con 17 concejales recupera una mayoría absoluta que perdió en 2011 y repite la representación que ya obtuvo en 2003 y 2007. A sus 80 años, demuestra que no hay nadie en el espectro político de la capital que sea capaz de disputarle el liderazgo. La izquierda y, en especial el PSOE, han fracasado en las últimas dos décadas para encontrar un antídoto. Es cierto que el cambio operado en la capital de la Costa del Sol puede ser calificado de sobresaliente. La oposición casi se ha enfrentado más a un mito que a un político. Pero tampoco ha logrado capitalizar los descontentos generados con algunas decisiones más que discutibles. El regidor iniciará sin la más mínima sombra su sexto mandato. Un ayuntamiento que por primera vez, y casi sin querer, acogerá a Vox que toma el testigo de Ciudadanos, un partido que, literalmente, desaparece. Junto a De la Torre, su partido, el PP, es el otro claro vencedor de la cita con las urnas de ayer. Más de 300.000 votos y 9 puntos porcentuales más que en 2009. Conservará la Diputación y amplía su poder en la Costa. Derrota con claridad al PSOE, con una diferencia de un 17% de respaldo. Los socialistas salen seriamente tocados. Pierden gobiernos como el de Benalmádena o Vélez, con resultados que se aproximan a la debacle. En el litoral sólo ha conseguido ser la fuerza más votada en Mijas. Las luces del desolador panorama enfocan por partida doble al secretario provincial de la formación, Daniel Pérez. Él personalmente ha retrocedido en dos ediles en su segunda pugna personal con el alcaldable del PP. Pero también suya es la responsabilidad de buena parte de las candidaturas castigadas ahora por el electorado. En pos de la armonía interna, Pérez optó por el inmovilismo y ahora le pasa factura. La euforia de unos lleva aparejada la pesadilla de los contrarios.