Luis Chacón

Líderes, directivos y jefes

La tribuna

Líderes, directivos y jefes
Líderes, directivos y jefes / Rosell

03 de octubre 2023 - 00:15

Cuenta Walter Cronkite en Memorias de un reportero que el presidente Eisenhower se sorprendió al comprobar cómo las órdenes que impartía desde el Despacho Oval se desvanecían en la nada. Algo inconcebible para un militar. Hasta que comprendió que no se discute a un general en el campo de batalla, pero que la política, más que jefes, requiere líderes que inspiren confianza a votantes, correligionarios, opositores y ciudadanos.

Una organización eficiente exige liderazgo. Pero liderar es diferente al hecho de ocupar la cúspide de una organización o estar al frente de un equipo de trabajo. Tampoco es dirigir y mucho menos mandar. Las palabras expresan ideas concretas y añaden matices a cualquiera de sus sinónimos. Y así, es claro que el jefe, el directivo y el líder, suelen ser tres personas distintas. Amén de que en nuestra vida nos crucemos con jerarcas, gerifaltes, caudillos y mandamases, patrones o cabecillas.

En el verano de 1917, el Ejército austriaco lanzó una ofensiva en el valle del Isonzo que sorprendió a los italianos sin municiones ni pertrechos, rompió sus líneas y los hizo retroceder. Entonces, el general Cadorna tomó una decisión propia del jefe que sólo cree en el ejercicio del mando. En pleno desastre, exigió resistir a toda costa y ante quienes pedían una retirada ordenada, amenazó con fusilar a los mandos que permitieran a sus hombres retroceder un palmo de terreno. La tropa, desmoralizada, se rindió masivamente en el llamado Desastre de Caporetto. A Cadorna lo sustituyó el general Armando Diaz que recondujo la situación, retirándose y estableciendo la defensa en el Piave. Diaz cuidó a sus tropas, las dotó de medios y estabilizó el frente. Presionado por el gobierno se negó a atacar: no sacrificaría a sus hombres. Un año después de Caporetto, lanzó una ofensiva general, tomó Vittorio Veneto y rompió las líneas enemigas convirtiéndose en el héroe de la contienda. Frente a la inflexibilidad y soberbia de Cadorna, la sensatez y paciencia de Diaz. Quien se limitó a mandar, despreció la vida de sus hombres y sufrió la mayor derrota de la guerra; quien supo dirigir, sólo expuso a sus tropas convencido del triunfo y devolvió a Italia la confianza. Los jefes ordenan, los directivos organizan.

En septiembre de 1939 Churchill fue nombrado Primer Lord del Almirantazgo, el puesto que ya ocupara treinta años atrás. Antes de la Gran Guerra, Churchill fue muy proactivo: se centró en la preparación naval, avivó la moral de la tropa, trabajó para subir sus salarios y cuando los alemanes decidieron construir más buques, prometió que, por cada nuevo acorazado alemán, Gran Bretaña armaría dos. Promovió el desarrollo tecnológico apostando por los submarinos y la aviación naval, acuñando, incluso, el término hidroavión. Dejó tal recuerdo en la Royal Navy que la Junta del Almirantazgo envió una señal a la Flota tras su nombramiento: «Winston is back». El líder inspira.

Los jefes mandan y a muchos les gusta mandar. Ordenan qué, quién, cuándo, dónde y cómo debe hacerse el trabajo sin explicar el porqué. Otros dirigen. Coordinan equipos. A diferencia del jefe, el director asume que necesita especialistas para cada puesto y los premia por sus resultados. Pero la misión de los líderes es distinta. Un líder define las estrategias que permitirán obtener de modo eficiente los resultados apetecidos. A diferencia de jefes y directivos, el líder actúa desde dentro del equipo. El liderazgo lo otorga el grupo, no el cargo. Un líder se confunde con su gente. Sabe ser uno más, como Churchill cuando dejó el gobierno y se sumó a los Fusileros Reales Escoceses sirviendo en las embarradas trincheras de Francia. No miente. Ni siquiera camufla la realidad. Recordemos cuando ofreció al pueblo británico, “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Sabe que no es infalible y acepta las críticas e ideas de los demás. Conocida es esta frase suya: “Las críticas no serán agradables, pero son necesarias”. Admite sus errores y sabe volver a empezar de nuevo pues, como reconoció él mismo, “el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Un líder reconoce el trabajo de los demás, lo valora y hace pública su admiración. Tras la Batalla de Inglaterra, en lugar de apropiarse el triunfo, reconoció a los pilotos de la RAF con una de sus frases más emotivas: “Jamás, tantos hemos debido tanto a tan pocos”. Un líder jamás pierde las formas, ni con su equipo directivo, ni con los trabajadores de su empresa, ni con competidores, proveedores o clientes.

Dirigir proviene del latín dirigere, enderezar en una dirección, alinear, ordenar. Denota la actitud y aptitudes de quienes disponen cada asunto en el sentido correcto. Pero liderar es ilusionar, inspirar y convencer. Un líder nunca ordena. No lo necesita. El significado original del término es servir de guía. En Roma, la mayor autoridad se denominaba imperium, el poder de mando de las Legiones que nadie ponía en duda. La potestas derivaba de la ley y pertenecía a los cargos públicos. Y por último existía la auctoritas, esa autoridad social intangible que nace de la reputación personal y la solvencia moral. Los jefes usan del imperium, los directivos de la potestas y los líderes de la auctoritas.

stats