Tribuna

Francisco J. Ferraro

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

Midiendo la felicidad

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Midiendo la felicidad

Desde hace un siglo los economistas han tratado de medir el bienestar de los países, aunque su identificación con el PIB o la renta no satisface plenamente porque incluyen producciones contrarias al bienestar, y no contabilizan otras que lo generan. Por ello, se han construidos indicadores con otras variables relevantes para el bienestar, como el Índice de Desarrollo Humano, el Índice de Bienestar Económico Sostenible y diversas propuestas de medición de la calidad de vida. El 19 de julio de 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución Felicidad: hacia un enfoque holístico, invitando a los gobiernos nacionales a "dar más importancia a la felicidad y el bienestar para determinar cómo lograr y medir el desarrollo social y económico". Desde 2013, cada 20 de marzo se publica el Informe Mundial de la Felicidad. Y desde entonces va aumentando el interés por la medición de la felicidad y en convertirla en objetivo de las políticas gubernamentales.

Los referidos informes utilizan una amplia variedad de datos, siendo la encuesta mundial de Gallup la fuente más importante, para la que los encuestados evalúan su vida en una escala numérica de cero a diez, conocida como la escalera de Cantril, y en la que se tienen en consideración las emociones positivas (risa, disfrute e interés) y negativas (preocupación, tristeza e ira). Estas medidas subjetivas se complementan con la recopilación de medidas objetivas, como las de privación (hambre, indigencia, falta de vivienda), estado de salud física y mental, derechos civiles y libertades personales e indicadores de confianza social y capital social. Los resultados se expresan en términos del promedio nacional y de seis variables clave: PIB per cápita, apoyo social, esperanza de vida al nacer, libertad para tomar decisiones de vida, generosidad y percepción de corrupción.

Según el informe de 2023, con evaluaciones de vida promedio de los años 2020-2022, el mundo era tan feliz como antes de la pandemia, incluso algo mejor. Mejora concentrada en las personas mayores en los países desarrollados, que probablemente se sienten más saludables porque han escapado al covid, más protegidos por la prioridad en los sistemas de vacunación, satisfechos de que la sociedad haya hecho sacrificios para protegerlos y mejor acompañados por sus familiares gracias a las videoconferencias. Lo cierto es que la curva de satisfacción con la vida es ascendente con la edad, cuando antes de la pandemia tenía forma de U.

Finlandia se mantiene en la primera posición de la clasificación mundial por sexto año consecutivo con una puntuación significativamente superior a los demás países (7,8 puntos, siendo la media mundial 5,5). Dinamarca permanece en segundo lugar, e Islandia ocupa el tercero. El resto de los 20 principales países tienen altos nivel de PIB per cápita, incorporándose en este informe Lituania, que avanza 30 lugares desde 2017. Afganistán (1,85 puntos) y Líbano, dos países devastados por la guerra, siguen siendo los más infelices del mundo, y la parte más baja de la clasificación predominan los países africanos y algunos asiáticos. Entre los diez primeros países de la clasificación la diferencia es de solo 0,7 puntos, mientras que entre los diez últimos la diferencia es de 2,1.

Otras de las manifestaciones de la desigualdad de la felicidad en el mundo es la brecha de bienestar entre las mitades más y menos felices de la población de cada país. Esta brecha es pequeña en los países donde casi todo el mundo es infeliz y en la mayor parte de los países donde pocos son infelices. Entre los países en los que es mayor la brecha de felicidad se encuentra México, los seis países centroamericanos y tres estados del Golfo Pérsico. Estados Unidos también tiene una brecha de desigualdad notable. En Afganistán y Líbano casi todos son infelices, y los países nórdicos tienen calificaciones altas tanto de igualdad como de evaluaciones de vida.

España se encuentra en el puesto 32º del mundo, descendiendo respecto a 2022 (29º) y 2021 (24ª) con una puntuación de 6,4, sostenida por su peso en PIB per cápita, soporte social y esperanza de vida, mientras que es superado en libertad de elección de vida y generosidad por varios países de puntuación menor, y en corrupción percibida por algunos de éstos. Sin embargo, tiene la posición 17º en el ranking de menor diferencia de felicidad entre los más felices y los menos de la población. Una muestra de desigualdad que contrasta con las elevadas estimaciones de desigualdad de renta entre los estratos de mayor y menor renta, y que induce a especular sobre la posible menor infelicidad percibida por los españoles de menor renta.

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