La tribuna
Concentración y competencia bancaria
La tribuna
Cerca de cumplirse los tres años de las últimas elecciones autonómicas en Andalucía, sabemos ya cuáles serán las líneas del discurso con el que la derecha intentará revalidar su confortable mayoría absoluta. En muy pocas ocasiones en el pasado ha habido un Gobierno andaluz que disfrutara de tan amplio depósito de respaldo electoral, con un Parlamento atomizado y sometido al capricho del partido gobernante, en una situación económica de creación de empleo y crecimiento de la actividad gracias a la política del Gobierno de España, y con más gasto que nunca en publicidad institucional y el pleno control de los medios públicos de comunicación al servicio del presidente de la Junta. Todo va muy bien gracias al Gobierno de la Junta, y lo que va mal es por culpa del Gobierno de Pedro Sánchez que maltrata a Andalucía.
Sentado todo ello, el balance que se puede hacer a estas alturas no puede ser más decepcionante: no ha habido ni una sola política para mejorar las condiciones de vida del pueblo andaluz con estrategias propias diseñadas y ejecutadas para Andalucía. El deterioro de los servicios públicos como la sanidad, la educación y la dependencia es palpable como prueban las denuncias y manifestaciones de amplios sectores sociales para exigir su mejora. Los logros económicos del Gobierno de España son frecuentemente ignorados, cuando no manipulados para presentarlos como fruto de una política económica propia, que en realidad tan sólo se ha dedicado a desregular algunos sectores y a continuar con rebajas fiscales para las clases medias y altas de la sociedad, sin que se haya elaborado una estrategia industrial propia. La política cultural se ha centrado en el apoyo a sectores de lo que podríamos identificar como la derecha cultural, como los toros, las manifestaciones religiosas católicas y algún “artista” dotado de una “mirada” casi milagrosa al que se beneficia con decenas de miles de euros. En suma: lo público es cada vez más escuálido, lo privado más potente, y todo ello de espaldas a la mayoría de la sociedad andaluza.
Es a esa inmensa mayoría social a la que el PSOE de Andalucía –como partido mayoritario de la oposición– debe ofrecer un proyecto que sea útil para cambiar esta situación, un proyecto que dé respuesta a las demandas y necesidades de la sociedad andaluza de hoy, con su diversidad territorial y social, con sus diferentes identidades culturales, con su pluralismo político, y que, por encima de todo, pueda contribuir a la mejora de su bienestar. Porque de eso se trata, del bienestar, entendido en el amplio sentido de la palabra: bienestar es que el ejercicio de los derechos como la salud, la educación o la atención a la dependencia esté garantizado por un potente sistema de servicios públicos hoy depauperado y en vías de privatización. Bienestar es que me den cita en el especialista o para una operación de cadera en un tiempo razonable que no ponga en riesgo mi bienestar físico. Bienestar es que si llego a un estado en que no pueda valerme por mí mismo se reconozca mi derecho a ser atendido como persona dependiente antes de que mi estado degenere y empeore gravemente. Bienestar es que mis hijos no sean adoctrinados en un colegio concertado sostenido con fondos públicos que provienen de los impuestos de todos. Bienestar es que toda persona sienta que los poderes públicos de la Comunidad respetan sus creencias sin favorecer a unas sobre otras, que su libertad de expresión y su derecho a la información veraz son protegidos, y que su creatividad cultural es amparada por esos mismos poderes. Bienestar es también que nuestro sistema universitario público sea financiado de forma suficiente para que pueda seguir siendo motor de la innovación y mejora de la competitividad de los sectores productivos de Andalucía.
El bienestar del pueblo andaluz consiste además en que nuestro complejo agroalimentario sea defendido eficazmente ante los retos de la política comercial de EEUU en colaboración con el Gobierno de España. Bienestar es que el pueblo andaluz, horrorizado ante la matanza indiscriminada del pueblo palestino, perciba que el Gobierno de la Junta emplea su autoridad moral para oponerse a la matanza indiscriminada del pueblo palestino y no en confrontar sistemáticamente con el Gobierno de España. Bienestar es también que la Junta de Andalucía practique una política de inmigración que impulse la integración de la población emigrante con la población de acogida destacando los beneficios económicos, sociales y culturales de lo que es buen ejemplo la realidad de muchos de los barrios y pueblos de Andalucía. Bienestar es que el Gobierno de la Junta sea beligerante en la lucha por la igualdad de la mujer, tanto defendiendo su derecho a decidir sobre su cuerpo como llevando a cabo políticas contra la violencia machista. Bienestar es que nuestro medio ambiente sea protegido de la desregulación privatizadora porque a ello tienen derecho las generaciones futuras.
Esta Andalucía del bienestar es la que merece la pena, la que debemos cambiar para salir del reinado del autobombo, la indolencia, la apatía o la confrontación. Tenemos los instrumentos para hacerlo, desarrollando el Estatuto de Autonomía, sacando al Parlamento de la escenificación de una realidad inventada, recuperando lo mejor de nuestra historia, y con la ambición legítima de una vida mejor.
También te puede interesar
La tribuna
Concentración y competencia bancaria
La tribuna
¿Ciudadanos responsables?
La tribuna
¡Caracoles!
La tribuna
Andalucía, proyecto de bienestar
Lo último