La tribuna
Javier González-Cotta
España y los estados fallidos
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Hace unos días, en esta misma tribuna se publicaba un artículo en el que se hacía una encendida defensa del establecimiento del distrito único escolar, instando a los partidos -PP y Vox-, que el autor consideran serán los próximos gobernantes de la Junta de Andalucía, a que lo apliquen a partir del próximo curso. El texto es un resumen algo elemental de algunas de las ideas que subyacen en el pensamiento conservador sobre el sistema escolar. Se trata de aplicar en este campo las reglas del mercado: el sistema funciona cuando los clientes (familias) pueden elegir el producto (colegio) que más les interesa; esto estimulará la competencia entre los centros (públicos o privados… subvencionados) y, de esta forma, se conseguirá una constante mejora de la educación. Ahora bien, para que todo esto ocurra, es necesario garantizar que realmente las familias tienen libertad de elección, lo que se conseguiría si se establece el distrito único escolar, o sea, que las familias puedan elegir (aunque en realidad es solicitar) cualquier colegio del municipio.
La doctrina sobre el distrito único escolar se apoya en la afirmación de que con esta fórmula cada familia puede elegir "en qué centro quiere matricular a sus vástagos", es decir, se consagraría el manido asunto de la libertad de elección de centro escolar. La cosa funcionaría así: las familias se informan, sopesan las cualidades de todos los centros escolares del municipio y… eligen el que les parece mejor, si es que hay varias opciones, lo que generalmente sólo ocurre en grandes núcleos urbanos. Es verdad que no todas las familias tienen las mismas posibilidades para hacer esa indagación, ni los medios para acercar cada día a los hijos a los mejores centros de la ciudad, pero estas y otras pegas son minucias. El efecto práctico de esta desigualdad de partida tampoco parece un asunto importante para los defensores de la doctrina: los hijos de las familias con menos información y recursos se concentrarán en unos centros y los de la minoría ilustrada en otros. No es una hipótesis, es lo que realmente ocurre allí donde se ha implantado el distrito único. Es lo que se constata en numerosos estudios promovidos por la OCDE, que no parece institución sospechosa de izquierdismo colectivista totalitario. Por lo demás, el distrito único no garantiza que las familias escolaricen a sus hijos en los colegios que quieran, pues, como ocurre ahora, en aquellos en las que haya más demanda que oferta, muchos no podrán entrar. Aunque se oculte de forma deliberada, en realidad los defensores del distrito único no prometen que las familias "elijan" el colegio que quieran para sus hijos, sólo prometen que puedan "solicitarlo", pero eso ya ocurre ahora.
Según los datos proporcionados por las autoridades educativas sobre el proceso de escolarización para el curso 22-23, en la provincia de Sevilla, el 94,7% de las familias han obtenido plaza para sus hijos en el centro elegido en primera opción y el 98,3% en alguno de los centros preferidos. O sea, que la inmensa mayoría no va a ir al colegio que determine el "omnisciente y todopoderoso estado", sino al que ha elegido. El sistema que regula actualmente el proceso de escolarización es perfectible, pero la fórmula de implantar un distrito único escolar no es nada mejor, pues genera efectos indeseables sobre la segregación social y, además, realmente no proporciona más libertad de elección de la que ya existe.
El establecimiento de un distrito único no es una idea novedosa ni original, se ha aplicado en muchos países y en España en algunas comunidades autónomas (por ejemplo, en Madrid). Sabemos cuáles son las consecuencias que tiene en la práctica, sabemos que realmente no genera más libertad a la hora de elegir centro y sabemos cuáles son los efectos sobre la segregación social. Sabemos que en nada contribuye a la mejora de la calidad de la educación porque la estrategia de la supuesta competitividad entre centros para captar clientes, sencillamente no funciona como factor de mejora, sino como mecanismo de selección.
Ahora bien, si a pesar de lo que sabemos se persiste en el empeño de asociar distrito único escolar con mayor libertad de elección de centros, debe ser porque se trate en realidad de facilitar, con cargo al erario público, el flujo de ciertos tipos de alumnos a determinados tipo de centros que no están en sus zonas de residencia.
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