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Si queremos tener una radiografía del estado de la educación en Andalucía, no es conveniente ignorar los datos que aportan los informes PISA. El último de estos, presentado hace unos días, ofrece un balance del resultado de las pruebas realizadas en 2022. En el conjunto de España se constata una bajada del rendimiento en Matemáticas y Lectura (no en Ciencias), bajada que se produce igualmente en casi todos los países, dándose el caso de que es mucho menor en España, de manera que, por este motivo, nos situamos en la media de la OCDE y de los países de la Unión Europea. Es más que probable que para explicar este descenso, la pandemia sea un factor primordial, sin embargo, llama la atención el hecho de que es una tendencia que se mantiene a lo largo de los últimos diez años: es decir, la pandemia no lo explica todo.
Esta bajada del rendimiento escolar se verifica igualmente en Andalucía, tanto en Matemáticas como en Lectura. En el primer caso, en Matemáticas, en los últimos diez años (2012-2022) el descenso ha sido de 15 puntos –algo más de medio curso escolar–; en el caso de la Lectura ha sido de 16 puntos.
El informe PISA 2022 reitera algo que ya es sobradamente conocido: el alumnado con estatus social más bajo obtiene peores resultados, circunstancia que se ve agravada por la condición de inmigrante. Esto afecta particularmente a los centros públicos, que es donde se concentra muy mayoritariamente este tipo de alumnado. Los centros privados no son mejores colegios, simplemente escolarizan a los alumnos y alumnas con mejores condiciones de partida. Si aislamos la variable del origen social, los centros públicos obtienen mucho mejores resultados, son mejores colegios.
Otro dato de PISA 2022 es que, de nuevo, Andalucía se sitúa en la cola del conjunto de España en todas las competencias evaluadas, sólo por encima de Canarias, Ceuta y Melilla, y a mucha distancia de las Comunidades con mejores resultados. Es algo que se repite desde que se iniciaron las pruebas PISA.
Una y otra vez, año tras año, desigualdad social y desigualdad territorial hacen de Andalucía un espejo de España. Así, corremos el riesgo de naturalizar los problemas de la educación andaluza, llegando a pensar que se trata de una fatalidad frente a la que nada puede hacerse. Pero no es cierto. Corresponde a los actores implicados –docentes, familias, alumnado…– esforzarse lo más posible en revertir este estado de cosas, pero es la Política Educativa la que tiene la mayor responsabilidad en la mejora de la educación. Pero la Política Educativa no comparece. En los últimos años asistimos meramente al lanzamiento de ocurrencias irrelevantes, medidas que sólo buscan el efecto mediático, pero que carecen de capacidad (o voluntad) para afrontarlos de manera decidida. No hay Política Educativa, pero sí Política de Escolarización. Tal parece que la única preocupación de la Consejería del ramo es la de distribuir “adecuadamente” al alumnado en los centros escolares, asegurándose de que cada clase social pueda enviar a sus hijos e hijas a los colegios que les toca según su estatus y pagar con dinero público esa distribución.
Aunque se ignoren, los problemas de la educación andaluza son otros. En Andalucía no es primordial ocuparse en tensionar la relación entre enseñanza pública y privada-concertada, sino más bien centrarse en el bajo rendimiento de determinados sectores de la población escolar que está matriculada mayoritariamente en centros públicos. Y no es que sus alumnos y profesores sean más deficientes, simplemente tienen menos oportunidades. Tenemos un problema de cantidad y distribución de recursos. Se necesita más profesorado –lo que tiene que ver con la ratio– y personal de apoyo, y se necesitan especialmente en los centros que tienen que trabajar con más dificultades. Son necesarios también programas que complementen el currículum de los alumnos con más dificultades y, en fin, es necesario diseñar y poner en marcha estrategias que rompan las dinámicas de segregación escolar por centros.
Al margen de los datos de bajada del rendimiento escolar (lo que no es poco), PISA 2022 no nos dice nada nuevo: el alumnado de estatus más bajo obtiene peores resultados y Andalucía sigue con su secular atraso. Esto es así desde hace años, no es noticia, lo verdaderamente relevante es la inacción de la Política Educativa que mantiene a Andalucía en el furgón de cola. Reclamemos igualdad entre los españoles.
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