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césar romerO

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Más palabras biensonantes

El comunicador más que un nombre es ya una marca (algunos la tendrán registrada). Tiene el don de la palabra (esa palabra tan cercana, tan próxima, ay, a dinero)

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Más palabras biensonantes / rosell

Otro día hablaba de esas palabras que preferimos a otras similares no sabemos por qué. Parecen más elegantes, menos ofensivas, quién sabe. Citaba varias: fallecimiento o fallecer, elegidas siempre antes que muerte o morir; patología, en lugar de mal o enfermedad; y técnico/a, ese adjetivo que todo lo eleva. Hay algunos ejemplos más:

1.- Impreso. Se acerca el compañero y te da un papel. ¿Esto lo has…impreso tú? Hay un momento de duda, como si fuera a decir imprimido y por el camino pensara que no es correcto. Pero imprimido lo es. Puede que suene a otros participios negativos, deprimido, suprimido, y por eso el genio de la lengua nos haga elegir la variante impreso. Pero el arrumbado imprimido es tan válido como el impreso.

2.- Gestionar, gestión, gestor. Una figura pública a la altura de nuestro tiempo jamás hará, realizará, mucho menos conducirá o guiará. Conducir o guiar, en la cosa pública, son verbos proscritos después de las violentas experiencias del Führer Hitler, el Duce Mussolini y el Conducator Ceaucescu. Nadie osará emplearlos, y si lo hace ya sabemos a qué atenernos. Pero tampoco se limitará a hacer o realizar. ¿Qué político se presenta como un mero hacedor? Y no porque remita al título de Borges, y su causahabiente pida derechos de autor, sino porque un hacedor suena a poco. Un auténtico político de nuestro tiempo se presenta como un gestor, alguien que sabe gestionar. El prestigio del gestor empezó en el ámbito cultural y se ha extendido a otros. El gestor no es un político a secas: es un político técnico, alguien que sabe lo que hace, que no sólo va a resolver nuestros problemas porque tenga el ánimo o la voluntad de hacerlo sino porque sabe cómo lograrlo. Por algo es un gestor. Gestionar es saber hacer las cosas. Es tan biensonante esta palabra que se ha impuesto en toda la sociedad. Tenemos un problema y hablamos con fulanito. No te preocupes, hago una gestión y ya te cuento, nos dice. No ha resuelto aún nada pero oímos lo de gestión y se aplacan nuestros nervios. Un gestor está en posesión de dos de los pilares que sustentan la actuación pública moderna: la eficacia y la eficiencia. Alguien que se limite a hacer, realizar, trabajar, siempre nos llevará a Larra y su "Vuelva usted mañana". Pero un gestor… Es que no hay color.

3.- Los plurales que singularizan. La mayoría de los mortales no tiene uno habitual, aunque a veces haya de recurrir a sus servicios y contrate a un abogado, a un asesor (fiscal, normalmente). Y un abogado, un asesor pueden ser poca cosa, pero cuando se dan en plural esto cambia. Ya hablarán mis abogados, dice el conocido delincuente (presunto, claro) a las puertas del juzgado entre una nube de micrófonos y móviles. Tendré que verlo con mis asesores, añade. Y si esos asesores son técnicos, mejor que mejor. De repente, una gestión normal, una relación clientelar común, se convierte en algo especial. Porque ¿quién que no lo sea va a tener más de un abogado, más de un asesor? El plural dota de empaque a algunas profesiones, parece lustrarlas, mejorarlas. Son plurales que, lejos de volver multitud la singularidad, obran el efecto contrario: singularizan profesiones poco valoradas. Ocurre la mayoría de las veces, aunque hay profesiones tan depreciadas que sus plurales sólo consiguen tirarlas más por tierra. Si alguien habla de los funcionarios o los maestros siempre parece que es para, a continuación, correrlos a palos. Y no digamos ya del plural si de periodistas se trata.

4.- Comunicador. La de periodista es una profesión tan criticada en singular como en plural. Cierto, algunos profesionales lo tienen merecido. Tanto como que muchos de quienes pasan por periodistas no lo son, bien porque jamás estudiaron para tales, bien porque lo hicieron para otra cosa. Y entre quienes no lo son pero ofician hay mucho crítico con la titulación, curiosamente. O tal vez ladinamente. El caso es que tanto denuesto ha dado lugar a que otras palabras biensonantes sean preferidas antes que la de periodista. Quizá ninguna tan en boga como la de comunicador. El comunicador es ese periodista (o no, porque los hay que no han pisado una universidad en su vida) que lidera las audiencias. El comunicador más que un nombre es ya una marca (algunos la tendrán registrada). El comunicador tiene el don de la credibilidad (esa palabra tan cercana a crédito, tan próxima, ay, a dinero). Es lo que querrán ser cuantos se matriculan en las facultades antes llamadas de Información (o de Ciencias, otra palabra biensonante, de la Información), ahora, cómo no, de Comunicación, olvidando aquello tan viejo de que muchos son los llamados y...

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