Rafael Esteve

La torre de Chipperfield: el Retablo de las Maravillas... portuario

La Tribuna

Visión desde arriba del proyecto para la torre del puerto
Visión desde arriba del proyecto para la torre del puerto / M.H

07 de febrero 2025 - 19:28

El inmortal Cervantes publicó este entremés hace 410 años. Invito a su lectura porque descubriremos que “en esos más de cuatro siglos no hemos cambiado tanto”; se afirma en la web de la Fundación Virtual Miguel de Cervantes.

Si hacemos la debida transmutación podremos comprender las similitudes de este entremés cervantino con el recurrente negocio inmobiliario de la torre hotelera del puerto.

¿Qué es un retablo? Tres acepciones da la RAE. 1ª Conjunto o colección de figuras pintadas o de tabla que representan una historia o suceso. 2ª Estructura de piedra, madera u otros materiales que cubre el muro situado detrás del altar, compuesta de obras escultóricas o pictóricas con motivos religiosos. 3ª Pequeño escenario en que se representaba una acción valiéndose de figurillas o títeres.

Usted lector, que es persona inteligente, se habrá dado cuenta de que las tres acepciones encajan perfectamente con el asunto del malhadado –y plagado de ilegalidades– hotel portuario. Dejo a su imaginación encontrar los protagonistas de este nuevo divertimento, cuyas claves están desveladas en la abundante hemeroteca de la prensa local.

La síntesis del entremés cervantino es la siguiente:

Presentación: Chanfalla.- ¡Atención, señores, que comienzo!

¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que fabricaste este retablo con tan maravilloso artificio, que alcanzó renombre de las Maravillas por la virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y mando que luego incontinente muestres a estos señores algunas de las tus maravillosas maravillas, para que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno! Ea, que ya veo que has otorgado mi petición, pues por aquella parte asoma la figura del valentísimo Sansón, abrazado con las columnas del templo, para derribarle por el suelo y tomar venganza de sus enemigos. ¡Tente, valeroso caballero; tente, por la gracia de Dios Padre! ¡No hagas tal desaguisado, porque no cojas debajo y hagas tortilla de tanta y tan noble gente como aquí se ha juntado!

Nudo: ”Los vecinos que asisten a la función, y que son las clases altas del pueblo, se sienten presionados por la importancia de las apariencias y por el miedo a hacer el ridículo. En este punto es cuando se desencadena la desternillante trama de la obra. Aunque Chanfalla asegura que salen maravillas del retablo la realidad es que no está ocurriendo nada. Solo hay una caja de madera vacía, un público expectante y un narrador que pretende estafar a los asistentes con un espectáculo que no existe. Pero las autoridades, por miedo a ser tachadas de bastardos o de judíos, fingen y aseguran estar viendo las grandiosas maravillas que les son narradas. En este juego entre la ficción y la realidad, el espectador, consciente de que Chirinos y Chanfalla están timando a los asistentes, autoridades incluidas, se divierte tanto por la situación surrealista como por la crítica de costumbres que supone esta trama”.

Desenlace: El final del entremés llega “cuando la ficción se convierte en realidad y un militar entra en escena pidiendo alojamiento para sus exhaustos soldados. Las autoridades, creyendo que se trata de una ilusión más del retablo, no toman en serio al oficial. Este, que no entiende el engaño, reconoce no ver nada dentro del retablo, ante lo cual los timados comienzan a mofarse de él que, al sentirse insultado, la emprende a espadazos con todos los asistentes, vengándose así de las normas por las que se regían los vecinos”.

Moraleja: La obsesión privatizadora de un suelo público por el falocrático hotel, en estos tiempos de bonanza para unos y creciente desigualdad para la mayoría, contrasta con el mayor problema de nuestra ciudad: la vivienda, su carestía y su escasez, tanto para comprar como para alquilar. El drama afecta sin duda a una gran parte de los malagueños. No les han destruido su hogar, como el barro a los valencianos, pero sí se están desmoronando las esperanzas de la juventud y de la vejez no propietaria.

Cuando los exhaustos ciudadanos, tanto jóvenes, que se ven forzados a emigrar para iniciar sus proyectos de vida independiente, como mayores, que experimentan la gentrificación de una turistificación galopante, a lomos de la reiterada incuria legal y administrativa de tirios y troyanos, el retablo de las maravillas portuarias empieza a representarse otra vez. De nuevo aparecen los viejos encantadores de serpientes, tentando con la manzana podrida, a ver si las autoridades acaban mordiéndola para envenenar nuestro paraíso y forma de vida. Aparecen nuevos actores y escenarios una vez descabalgados los que no llegaron a engañar a los espectadores con un retablo vacío de interés común, en un suelo público prohibido en principio a usos residenciales y un teatro que es de todos, cosas que parecen olvidarse. Tengamos presente, leyendo entre líneas, que Cervantes se ríe de las normas de la época, pero también se rebela contra ellas.

Por favor, ya estamos hasta el gorro del viejo truco de los vendedores de humo para la población, con el que aspiran a oscurecer la especulación inmobiliaria de suelos públicos para forrarse con ellos. Nadie nos puede enseñar nada de turismo, sino al contrario. La historia juzgará con dureza a quienes, como los asistentes al Retablo, toleren ser timados. Sin embargo, Cervantes estará siempre presente mostrándonos el camino.

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