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Te has planteado vivir un tiempo, quizá buena parte de tu vida sin movilidad, sentado en una silla de ruedas para desplazarte en tu casa, por tu barrio, tirando de brazos para empujar la silla, ayudado por alguien cercano y familiar, o si tienes posibilidades económicas, en una silla eléctrica sin tener que hacer esfuerzo? Hasta que no te ves con el problema, eres incapaz de ponerte en el sitio de esa otra persona que no puede andar. Tenemos que profundizar en la empatía, una asignatura pendiente. ¿Cuántas personas están es esa situación temporal o indefinidamente?
En España hay 4,38 millones de personas (94,9/ 1.000 habitantes) con algún tipo de discapacidad, según datos del INE de 2020, un 14% más que en la encuesta anterior de 2008. Por sexos, 1,77 millones son hombres, y más de 2,5 millones son mujeres. En nuestro país hay 2,5 millones de personas con movilidad reducida y el 74% de ellas, 1,8 millones, precisan de ayuda de amigos y familiares para salir de casa. Unas cien mil personas no disponen de esa ayuda y apenas salen de casa. El 1 de marzo se celebra el día internacional de la silla de ruedas. Se calcula que en el mundo hay unos 75 millones de personas en sillas de ruedas. En España sin datos concretos, se estima que medio millón de personas utilizan silla de ruedas.
El 51,5 % de las personas con discapacidad tienen dificultades para moverse con normalidad en su casa. Según la encuesta del INE, en 1,2 millones de hogares con personas con movilidad limitada, existen barreras arquitectónicas en sus edificios y casas. En la calle hay barreras como los bordillos en las aceras, papeleras, farolas, socavones, etc. En el transporte público el 40% tiene problemas para acceder y subir o bajar,
En 2008, en España, había en las residencias de mayores más de 269.000 personas con alguna discapacidad. En Andalucía, más de 580.000 personas, mujeres y hombres, tienen un grado de discapacidad. Málaga con 121.000 es la que tiene más discapacitados, le sigue Sevilla con 116.000, Cádiz 108.000, Granada con 58.000, Córdoba, Almería, Jaén y Huelva. En nuestra comunidad hay más de 63.000 personas con tarjeta de aparcamiento para movilidad reducida.
¡No sabemos lo que tenemos con la Sanidad Pública! Hay que apoyarla, fortalecerla con recursos económicos y humanos y evitar la privatización, que desde algunas administraciones se pretende desde hace tiempo, entre ellas la andaluza. Por desgracia he sufrido en los dos últimos años la experiencia de tener que estar pendiente de los médicos y de los hospitales. Un linfoma, tipo de cáncer, irrumpió en mi vida sana y tras varios ingresos hospitalarios y varios tratamientos con quimioterapia, hoy parece que el linfoma está controlado y no se ve rastro del tumor que me presionó la médula espinal afectando a mi movilidad en las piernas. No puedo andar, aunque sí mover las piernas y progresar con rehabilitación. Después de superar estos más de dos años yendo al servicio de Oncología y Hematología del hospital de Valme donde me ha tratado el Dr. Eduardo Ríos, excelente profesional y persona, a quien le estoy muy agradecido, como a Pepa, David, Ana, Obdulia, Rocío, Manolo, y a otros especialistas, he constatado la calidad humana y profesional de los diferentes sanitarios que nos atienden de forma gratuita en la seguridad social. He visto en urgencias, amontonarse las personas, las camillas y las sillas de ruedas. He visto el dolor y el sufrimiento en los pacientes y en sus acompañantes. Estoy enormemente agradecido a los equipos médicos y de enfermería que me han tratado. Los andaluces podemos felicitarnos por tener a buenos profesionales sanitarios, pero hay que protegerlos, pues no dan abasto. En vez de recortar, hay que renovar las plantillas con jóvenes que acaban la carrera, para evitar que emigren a otros países con mejores opciones económicas. En septiembre comencé la rehabilitación en el hospital Muñoz Cariñanos, antiguo hospital militar de Sevilla. Todas las mañanas, a las siete, una ambulancia de Adea me recoge con mi silla de ruedas y me lleva al hospital, y otra de Tenorio me devuelve a casa a las dos. El servicio de ambulancias deja que desear. Si Adea funciona bien, Tenorio no tanto. Hacen falta más ambulancias y personal técnico. Y aclaro que los técnicos, mujeres y hombres, de las ambulancias son formidables. No puede ser que un anciano esté esperando una o dos horas, a una ambulancia que no llega. En la planta 9 del Hospital militar, con instalaciones y personal ejemplares, me atienden junto a otros 15 pacientes, los equipos de fisios, Verónica, Sergio, Ana, Marta, Carmen, y los estudiantes que aspiran a ser fisios; los doctores Bosco Méndez, Inmaculada Díaz-Cano y María José Zarco. En recepción te reciben con una sonrisa Silvia, Mónica, Juani, Josefina. En la planta 9 te ayudan amables, los auxiliares, Manoli, Miguel, Isabel, Fran, Teo, Mariló, y las terapeutas, Lidia y Rocío. Todo un gran equipo humano y profesional que cuida de la rehabilitación de las mujeres y los hombres que nos hemos quedado sin movilidad por accidentes o enfermedades graves, y que soñamos con un día no lejano, en el que podamos volver de nuevo a una cierta normalidad. La vida en silla de ruedas nos limita bastante, pero es una compañía inseparable para quien no tiene más remedio que vivir con ese accesorio esencial.
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