La Melonera, un proyecto viticultor único en el mundo
Los inversores han desembolsado unos 16 millones de euros, centrados en la ampliación de la bodega, investigación y plantación de nuevos viñedos La bodega lanza sus vinos MHV
El sector vitivinícola de Ronda inició hace años su expansión, contando entre sus impulsores con varios proyectos singulares, algunos de ellos enfocados a la producción de vinos ecológicos y la mayoría con la elaboración de caldos de máxima calidad como única arma para competir en un mercado saturado y en el que era imposible hacerlo en producción, a tenor de las características de las bodegas rondeñas y de la extensión de viñedos plantados.
Entre estos proyectos hay uno bastante distinto al resto, La Melonera, que nació rodeado por las dudas de los colectivos conservacionistas, que veían más un trasfondo urbanístico -se encuentra autorizada la construcción de hasta 30 haciendas en su interior- que un verdadero interés por apostar por el desarrollo del vino y la agricultura de la zona, aunque, a día de hoy, la apuesta por el vino es evidente y clara.
Los orígenes del proyecto se remontan a las investigaciones realizadas por el equipo de conservación e investigación de la biblioteca privada del Castillo de Parelada, que descubrió a través de un facsímil de un libro antiguo del botánico Simón Clemente publicado en 1807, la importancia de las variedades de uva de vinificación pre-filoxérica en Andalucía, con más de 140 referencias, y, en especial, la riqueza con la que contaba la Serranía de Ronda.
En estos momentos, pasados aquellos tiempos y tras conseguir la autorización de la Junta de Andalucía por considerarlo un proyecto de especial interés turístico, se ha convertido en un centro de investigación sobre las variedades de uva autóctonas de la zona y en una clara apuesta por dar a Ronda unos vinos de renombre internacional, basados en variedades autóctonas. Los promotores del proyecto lo quieren convertir en la referencia que ponga a la ciudad en el mapa mundial, hasta el punto de que sean vinos que un gran coleccionista quiera tener en su bodega. Un proyecto que los promotores han bautizado bajo el nombre de Colección Haciendas de la Melonera MHV (Manking Heritage Vines) y que consideran que se trata de un "hito diferente" en el actual mundo del vino. Además, tras casi cinco años de investigación, están próximos a lograr que el Gobierno incluyan tres de estas variedades en el catálogo de uvas que pueden ser plantadas en España para vinificar.
Los impulsores del proyecto defienden con pasión su apuesta por la recuperación de especies andaluzas y, más concretamente, variedades autóctonas de la Serranía de Ronda, que, según los estudios de investigación del equipo de documentación de la bodega, fueron utilizadas durante el siglo XVIII para producir los vinos que se consumían en las grandes cortes imperiales europeas. Además, también se cuenta con documentación que demuestra que jugaron un papel muy importante en la difusión de la viticultura en las Islas Atlánticas y de ahí al llamado Nuevo Mundo.
La historia de estos vinos MHV se remonta a mediados de los años 90, cuando Javier Suqué y su equipo técnicos, liderado por Delfí Sanahuja y Ana Castro, iniciaron lo que hoy se conoce como la colección ExEx Experiencias Excepcionales. No obstante, no es hasta 2011 cuando son propiamente creados, siendo en el año 2012 cuando ven la luz los dos primeros vinos de la colección provenientes de dos viñedos de haciendas. Yo Solo y Embajador Gálvez es el nombre que recibieron, pretendiendo de este modo evocar la importancia histórica que tuvieron las variedades que los componen.
Precisamente, Yo Solo es un tributo al malagueño Bernardo de Gálvez, que fue virrey de Nueva España y una figura destacada en la independencia de EEUU, rindiendo de esto modo un reconocimiento a su contribución a la difusión de las variedades autóctonas andaluzas a través de la viticultura de la alta y baja California. Precisamente, unas pocas botellas de este vino descansan en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Estos serán los vinos que en un futuro los propietarios de las haciendas podrán elaborar a base de las uvas de su propio viñedo, lo que hará que puedan tener un vino único que ha sido creado a base de uvas de la zona, como la propia melonera, que da nombre a la bodega.
Los caldos MHV han tenido un inicio de andadura muy prometedor, hasta el punto de que Embajador Gálvez estuvo recientemente presente en el salón de los grandes vinos de España, al obtener 93 puntos en la guía Peñín.
Pero no son los únicos vinos que ya tienen en el mercado, también cuentan con Payoya Negra, un tinto que obtuvo en su añada de 2008 obtuvo 92 en la Guía Peñín. Junto a este caldo también se pueden encontrar Encina del Inglés, nombre que recuerda a los viajeros románticos que pasaron por la zona, y que se elabora en tinto y blanco. El primero de ellos ha sido reconocido como uno de los mejores ocho vinos españoles en su relación calidad precio. Mientras, su versión en blanco está elaborado con unas de variedades 100% andaluzas (M. Morisco, Doradilla y Pedro Ximénez).
En la actualidad los inversores se encuentran inmersos en la ampliación de la bodega, ya tienen una primera fase construida y en funcionamiento, y en la ampliación del número de hectáreas plantadas de viñedos, que en la actualidad alcanzan las 14. En concreto, ya se tiene solicitado el permiso para la concesión de 4 nuevas hectáreas.
En tiempos de crisis, los inversores que respaldan el proyecto parecen tener clara su apuesta por el mismo, y es que se calcula que ya se han podido invertir unos 16 millones de euros desde la compra de esta finca de unas 200 hectáreas. Además, fuentes de la empresa resaltan este hecho como un ejemplo de que la verdadera apuesta es por el desarrollo de unos vinos enorme calidad, ya que, hasta el momento, todo lo gastado se centra en conseguir esos caldos únicos, investigar sobre variedades autóctonas y poner en marcha las instalaciones de la bodega, epicentro del proyecto.
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