Pertenecen a la época romana, desde el siglo I al IV, y están formados por una factoría de salazones, una villa, un área termal o un centro productor alfarero que cuenta con varios hornos y un gran almacén. Se trata de los yacimientos arqueológicos de La Cizaña, en Torremolinos , que el Ayuntamiento quiere poner en valor.

El equipo de gobierno está a la espera de que la Junta de Andalucía determine el nivel de conservación que se debe aplicar a estos vestigios y apuesta por la protección y recuperación de estos restos romanos ubicados en la zona marítima de Los Álamos.

A su vez, el Ayuntamiento de Torremolinos, a través de su nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que verá la luz en pocos días, contempla la puesta en valor de estos restos y de otros de la misma zona, ampliando así sus reclamos turísticos, y prestando especial atención a la zona correspondiente a las piletas de almacenaje de estos productos, pues son los que presentan un mejor estado de conservación tras el paso de los años, según indicaron.

Están formados por una villa, una factoría de salazones, un área termal y un alfarero

“Para este gobierno municipal la conservación de nuestro patrimonio va de la mano del progreso y el crecimiento, no entendemos una cosa sin la otra”, manifestó este jueves la concejala de Urbanismo, Maribel Tocón, tras su visita a la zona.

Concretamente, detalló que se trata de restos arqueológicos relativos a una villa romana dedicada al comercio de productos alimenticios relacionados con el mar y la producción agrícola de la zona, entre los que se encontraría la famosa salsa elaborada con pescado “garo”, parcela en la que arqueólogos y Habitat Inmobiliaria se encuentra trabajando para la correcta integración de los restos romanos y una importante promoción inmobiliaria.

La villa romana de la Cizaña habría estado en funcionamiento como centro distribuidor de productos para el consumo humano relacionados con el mar y la producción agroalimentaria de la zona desde el siglo I de nuestra era hasta el siglo IV, siendo uno de los puntos de comercio del imperio romano de este tipo más importantes de toda la costa malagueña durante estos siglos.

De estos vestigios hay constancia desde los años 60, cuando se identificaron unas piletas para la elaboración de salazones y, más adelante, el complejo termal. En 2003 se excavó un alfar que cuenta con dos grandes hornos y zona de almacenamiento.