El Cachulo reaparece en El Palo, en Málaga, y acaba a golpes con una comerciante tras intentar robar un zumo
El histórico delincuente, en libertad desde noviembre, ya intentó apuñalar a dos policías en febrero y, ahora, le destroza la tienda a una mujer
El Cachulo ya disfruta de su libertad en El Palo tras cumplir cinco condenas y pasar 10 veces por prisión

El suyo es un ejemplo paradigmático de la delincuencia enquistada, que se repite. Rafael F. R., apodado como El Cachulo, disfrutaba de su libertad desde noviembre tras haber pasado en 10 ocasiones por prisión y finiquitar cinco condenas. Su nombre no tardó en sonar en El Palo, el barrio que lo vio nacer. En febrero era detenido cuando, presuntamente, había intentado apuñalar a dos policías. Ahora, apenas tres meses después, reaparece, esta vez, por acabar a golpes con una comerciante que le recriminó que tratara de llevarse un zumo sin pagar. Además, le destrozó la tienda. La Policía Local lo ha vuelto a esposar y le atribuye varios delitos: robo con fuerza, daños y cuatro quebrantamientos de condena.
El histórico delincuente, uno de los primeros beneficiados por la ley del menor, fue retenido por un grupo de vecinos que no tardaron en reconocerlo. Había intentado apoderarse de una bebida cuando la responsable del comercio le llamó la atención. Reaccionó de forma agresiva, a golpes con la víctima y arremetiendo contra el mobiliario, según han confirmado a este periódico fuentes municipales. Llegó a coger un cúter para atacar a su víctima, que pudo esquivar la agresión.
Su caso puso en tela de juicio la Ley Orgánica 5/2000, conocida como la Ley del Menor. Su aplicación hizo que fuera juzgado bajo el sistema juvenil. Y, con ello, que eludiera una condena de mayor severidad pese haber acabado con la vida de una persona que le reprochado que vejara a su novia en un bar. Salió libre en enero de 2001 tras purgar una condena solo ocho meses después de consumar el asesinato. La sentencia le obligaba a pasar ocho años en internamiento en un centro de régimen cerrado para menores, un reformatorio. Desde entonces, a El Cachulo no se le ha dejado de oír en los círculos policiales.
Su intención, según proclamaba poco antes de salir de la cárcel, era regresar a su barrio. Allí no olvidan su trayectoria, marcada por un asesinato y una pena atenuada por su edad. Los hay que, lejos de aplaudir su libertad, reniegan de él, por el perjuicio, recalcan, que causó a la imagen de la barriada.
Su última penitencia la había cumplido en la cárcel de Botafuegos, en Algeciras, a la que había sido trasladado en noviembre de 2023 por un incidente ocurrido en el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre, donde tenía el dudoso honor de ser considerado "como uno de los internos más conflictivos". La Asociación Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) denunció entonces que había atacado a un recluso y agredido a un funcionario, que resultó herido. Los trabajadores pudieron “frenar la agresión y evitar un mal mayor”, debido, remachaban, “a la gran corpulencia del agresor y a su historial violento”. Como castigo, el reo ingresó en el módulo 15 de aislamiento. El traslado, como en su caso, se aplica a aquellos presos que provocan graves problemas de seguridad entre rejas.
Su última muesca
El Cachulo permanecía encerrado tras haber sido detenido poco antes por asestar una puñalada al perro de unos vecinos, con los que mantenía ciertas rencillas. Los hechos se remontaban al 4 de octubre, cuando un aviso al 091 alertaba de una agresión en una vivienda. Allí, la Policía localizó al animal con una herida sangrante en el cuello. Según el relato de la dueña, unos minutos antes un conocido había saltado el muro perimetral de la casa y desde el patio había comenzado a amenazar de muerte a uno de sus familiares. El comportamiento violento del agresor hizo que los moradores, amedrentados, no se atrevieran a salir al exterior. Antes de marcharse, explicaron desde la Comisaría provincial de Málaga, "centró su ira en el perro de la familia", al que asestó una cuchillada. El animal salvó la vida.
Rafael F. R. volvió a estar en el centro de la polémica tras beneficiarse nuevamente de un régimen de libertad condicional. En 2019, desafiaba, otra vez, a la Justicia, entonces por un delito de quebrantamiento de condena. La Policía había encontrado en calle Martínez de la Rosa un sistema de localización permanente por GPS. La investigación apuntaba a que se había arrancado la pulsera telemática que debía llevar como responsable de un delito de violencia de género.
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