Provincia

La 'meca' del barranquismo

Llega el verano y con él el gran éxodo para huir del calor. Los hay adeptos a la playa, a la piscina o los que simplemente optan por retirarse hacia zonas con temperaturas más amables. Otros, en cambio, buscan su particular oasis en la propia Serranía de Ronda. Entre estos se encuentran los amantes al barranquismo, una actividad que aúna el deporte de aventura junto con la posibilidad de refrescarse en plena naturaleza.

Esta actividad cuenta en la Serranía, y especialmente en el Valle del Genal, con uno de los territorios más privilegiados para su práctica. Y para comprobarlo en primera persona, nos adentramos junto con un grupo en el Arroyo Majales, un recorrido idóneo para bautizarse en el descenso de ríos y que realizamos guiados de la mano experta de Jesús Olvera, de la empresa Al Andalus Activa.

El recorrido comienza a escasos metros de Júzcar. Antes de internarnos en el barranco hay que superar una subida a través del monte de unos 20 minutos. Es mediodía y el calor hace más exigente el recorrido, pero la promesa de la aventura y el discurrir del agua, que comienza a oírse a medida que nos acercamos al punto de inicio, inyectan una dosis extra de energía al grupo. Finalmente alcanzamos el arroyo y aprovechamos una poza para enfundarnos el neopreno y el casco, elementos indispensables para afrontar la actividad. El primer obstáculo importante se presenta a los pocos metros de comenzar: un salto de unos cinco metros de altura.

Unos minutos después todos los miembros del grupo han superado la prueba con nota, y la satisfacción se muestra en los rostros.Pero el tiempo corre y queda mucho recorrido. Las zonas en las que caminamos sorteando rocas y ramas se alternan con zambullidas en los puntos en los que la profundidad del agua lo permite, y que ofrecen un pequeño respiro ante el cansancio.El siguiente punto en poner a prueba el temple del grupo es un rápel. Aquí lo más difícil es aprender a confiar en el monitor que nos acompaña y en las sujeciones que permiten que nos quedemos suspendidos sobre el vacío.

Por delante nos encontramos con un nuevo rápel, que a pesar de contar con una altura parecida al primero, la experiencia previa hace que la sensación de vértigo no sea tan atenazadora. Ya nos encontramos cerca del final, y tan solo otro salto nos separa de alcanzar la salida. Una vez fuera del agua es hora de quitarse los neoprenos y recuperar fuerzas con un bocadillo y una cerveza.

Acabamos así una jornada de fuertes emociones gracias a una actividad que pese a ir ganando adeptos poco a poco, todavía es relativamente desconocida. Además, la Serranía todavía no cuenta con todo el reconocimiento que merece en el mundo del barranquismo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios