El pánico a las inspecciones se extiende entre los olivareros

Los pequeños agricultores temen que para recoger la cosecha tengan que dar de alta a quienes lo hagan aunque sean sus hijos, dado que no generan beneficios

Una cuadrilla de trabajadores en la recogida de la aceituna.
Una cuadrilla de trabajadores en la recogida de la aceituna.
Javier Flores / Ronda

ronda, 30 de noviembre 2011 - 05:01

Pánico en el campo. Los inspectores de Trabajo parecen haber vuelto de forma especial su mirada hacia las explotaciones agrarias, muchas de ellas familiares, desatando todo tipo de rumores, comentarios y mucha alarma entre el sector. En esta última semana todo el mundo habla de posibles casos de sancionados. Muchos hablan del inspector de Trabajo y la patrulla de agentes de la Guardia Civil perteneciente al Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) que les acompaña.

Las visitas de pequeños propietarios a las gestorías, oficinas comarcales agrarias o a organizaciones agrarias no cesan. El caos es absoluto y nadie sabe muy bien qué se puede hacer y qué está prohibido o es susceptible de ser sancionado. Hasta el punto de que algunos han decidido no iniciar la recogida de la aceituna hasta no saber exactamente quién puede coger aceitunas o realizar tareas agrícolas. Entrar en una conversación con afectados para tratar de conocer exactamente qué esta pasado termina por ser una maraña de interrogantes, afirmaciones, historias que le han sucedido a un vecino o en pueblo cercano que son imposibles de desenredar.

El caos y el miedo a las sanciones se han instalado en las explotaciones familiares. "Ya va uno asustado a lo suyo", dijo el propietario de un olivar que prefirió guardar el anonimato, al tiempo que afirmó que "está muy bien que la gente que vaya de fuera tenga que estar asegurada, pero que mis hijos no puedan echar una mano un fin de semana no lo entiendo".

El malestar se ha extendido como la pólvora entre los afectados y la picaresca y la ironía comienzan a hacer su efecto. "Es preferible decir que estás robando a reconocer que estás trabajando, porque las consecuencias son menores", aseguró otra propietaria. En su caso tiene una explotación de unas cinco hectáreas y su producción se la regala a sus hijos en forma de ayuda económica, uno de ellos ha trabajado muy pocos días este año. "Mejor que a ellos a nadie, y ahora no las puede ni coger", señaló con resignación.

No obstante, parece que existe una solución administrativa a tanto caos. Eso sí, previo paso por la caja de la Seguridad Social. Para ello no es necesario darse de alta como autónomo, como se especula en muchos de los mentideros agrarios, simplemente se trata de solicitar un código cuenta de cotización a la Seguridad Social, lo que permite dar de alta a las personas que vayan a realizar las labores. El precio son unos 8 euros diarios por jornal contratado, además del sueldo a pagar. No obstante, las dudas surgen cuando el propietario se encuentra en situación de desempleo y esta solución ya no sería viable.

Este hecho lleva a muchos a plantearse la posibilidad de dejar sin recoger las aceitunas este año y progresivamente ir abandonado su explotación. "Me parece que nos hemos quedado sin esa ayudilla económica que nos daban las aceitunas", comentó con resignación otro pequeño olivarero.

Mientras tanto, los grandes empresarios del sector no parecen muy alterados. En su caso hace años que todo funciona como en cualquier otra empresa que se dedique a un ámbito que no sea el agrario. "Todos sabemos que el personal que tengamos tienen que estar dado de alta y que te arriesgas a importantes sanciones si no lo haces así", explicó uno de ellos.

Por su parte, fuentes oficiosas aseguraron que se trata de inspecciones de trabajo que persiguen controlar los posibles casos de irregularidades en este tipo de campañas temporales. El objetivo es descubrir a trabajadores que puedan estar cobrando algún tipo de subsidio y además trabajando de forma irregular. Las inspecciones tampoco parecen ser nuevas, y ya durante la pasada campaña de recogida de la castaña se realizaron en diversas explotaciones de Pujerra e Igualeja.

También insistieron en que no se trata de nada extraordinario y que es una aplicación de norma que existe en la actualidad sobre las actividades en una explotación agraria.

Este caso tampoco está exento de una sensación de afán recaudatorio por parte de la Administración. Muchos ven aquí el verdadero objetivo de esta campaña de inspecciones que algunos aseguran que nunca que habían producido de esta manera en pequeñas explotaciones.

Mientras tanto, fuentes de la Guardia Civil explicaron que sus agentes se limitan a realizar labores de acompañamiento a los inspectores de Trabajo previo requerimiento, además de ofrecerles protección en caso de que fuese necesario. No obstante, matizaron que en ninguno de los casos son los encargados de realizar ninguna labor sancionadora relacionada con los trabajadores.

Precisamente, este hecho también ha ocasionado cierto malestar en el sector, al considerar que dada la escasa disponibilidad de efectivos la prioridad debería ser el velar por la seguridad en el campo y evitar posibles robos.

Tal parece el lío montado que ya se preparan varias charlas informativas sobre el asunto para tratar de despejar dudas. Mientras tanto, algunos denuncian que algunas gestorías están haciendo su particular agosto con este asunto.

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