Mucho más que setas, el mundo oculto de los hongos

La llegada del otoño suele ir acompañada de la llegada de la temporada de setas, aunque las lluvias han aparecido un poco tarde este año a la Serranía de Ronda y los bosques andan un poco parados. Tampoco ayuda la bajada de temperaturas que se produjo tras las primeras precipitaciones de importancia que tuvieron lugar en las últimas semanas.

“Hay muy pocas setas todavía”, repetían casi al unísono los guías de las jornadas micológicas de Cortes de la Frontera, una de las zonas con mayor presencia en la comarca rondeña.

Y con poca cantidad de setas comestibles todavía, tocaba mirar más allá en el interior de los bosques de los parques naturales de Grazalema y Los Alcornocales por los que fueron repartidos los diferentes grupos de búsqueda.

Al mando de uno de ellos se encontraba Beli Casillas, una micóloga de la zona que conoce el terreno casi como la palma de su mano. “Algunas de ellas habían comenzado a despertar, pero con el frío se han frenado de golpe”, señala. Este hecho hará que el despertar de las setas pueda llegar este año de forma mucho más importante en diciembre, enero y algunas semanas de febrero.

Este tipo de jornadas, más allá de localizar setas comestibles, buscan un objetivo diferente que es aprender sobre el complicado mundo de las setas e iniciarse en la identificación de las mismas. Y es que salir al campo a recogerlas sin los conocimientos necesarios para identificarlas correctamente se puede convertir en una actividad de riesgo.

“Este tipo de jornadas es una buena forma de iniciarse en el conocimiento de mundo de la funga, es fundamental saber identificar porque la diferencia entre una comestible de una tóxica puede ser muy pequeña”, explica Casillas.

Además, también advierte sobre el uso de guías. “Están muy bien, pero hay que leer lo que ponen, muchas veces nos quedamos simplemente en las fotografías y en función de la época en la que se hizo puede cambiar mucho, no es una imagen fija, hay muchos caracteres de esa seta que no vemos en la fotografía y que vienen descritos en una buena guía, hay que leerlos”, insiste Casillas.

En cuanto a las reinas comestibles de este gigantesto mundo en esta zona, las cinco más impotantes son: Yema de huevo, boletus aerius, chantarelas, macrolepiotas y la seta de cardo. Junto a ellas no se pueden olvidar otras como la llamada trompeta de los muertos o la gula de monte.

Pero más allá de este mundo comestible que en estas fechas llega a las cocinas, el mundo de hongos es mucho más y forma un elemento fundamental para el desarrollo de los bosques, hasta el punto de participar en todas sus etapas. Incluso tienen un papel fundamental como recicladores para la descomposición de las maderas muertas.

Y es el que 95% de las plantas en el planeta están micorrizadas, lo que supone que están asociadas a uno o varios hongos. “Esa asociación le produce un beneficio a nuestro medio ambiente que hace que pueda crecer y vivir con mejor salud”, sostiene.

Precisamente, uno de los expertos que mira a esa otra parte del bosque es el doctor en Biología Pablo Pérez, especialista en ramarias, que ha destacado la gran importancia que tienen para naturaleza esa otra desconocida del mundo de los hongos.

“Creo que no ven esa otra parte del bosque porque no les han enseñado a buscar”, apunta. Además, señala que “a los que somos muy aficionados de la micología no nos emociona tanto encontrar un boletus muy grande como encontrar pequeñeces que están ocultas, bajo la madera o en agujeros, hay auténticas preciosidades, aunque hay que ir con una lupa porque suelen ser pequeñitas”.

En este sentido, apunta que “el secreto es todo lo que está oculto bajo el suelo, los que hayan visto la película Avatar, esa unión de la vegetación de aquel bosque que estaba comunicándose entre ella y guardaba toda la información, eso existe, está inspirado en la naturaleza y los hongos es lo que están haciendo, están uniendo las plantas para equilibrar el bosque”.