Bezmiliana, una zona arqueológica y antigua localidad islámica en el municipio de Rincón de la Victoria, revela la influencia de las estructuras de la época medieval cristiana sobre las hispanomusulmanas. La ciudad islámica en el cerro al oeste del arroyo Granadillas presenta una fortaleza con recinto murado y torres cuadradas, exhibiendo signos de desgaste pero preservando estructuras internas con restos de enlucidos pintados en almagra. Esta fortaleza, conocida como la Casa Fuerte Bezmiliana, representa un tesoro arqueológico que ha resistido el paso del tiempo.
La expansión de la ciudad se extiende por la ladera meridional del cerro, y las excavaciones realizadas entre 1979 y 1981 revelaron una ocupación continua desde la época emiral hasta la conquista cristiana. Según Federico Castellón, historiador y autor de Axarquía, patrimonio histórico-artístico, la ciudad experimentó su apogeo en el siglo XII, durante la época almorávide y almohade, siendo famosa por sus pesquerías. Sin embargo, su declive comenzó en el siglo XIV durante la época nazarí.
En las excavaciones se descubrió cerámica a torno lento y vajilla vidriada de color melado muy oscuro, indicando una ocupación durante la época emiral. Durante el califato, se encontraron restos de un alfar con espacios para almacenes y hornos cerámicos. La ciudad destacó por sus pesquerías en el siglo XII, pero en la época nazarí, las viviendas disminuyeron de tamaño, marcando el inicio de su decadencia.
De todos los restos, solo se ha conservado una zona defensiva de época cristiana en medio de la actual urbanización Gran Sol, construida sobre los restos de una mezquita, la Casa Fuerte de Bezmiliana. La adaptación del alminar como elemento defensivo y la preservación de un aljibe con canalización reflejan la transformación de la localidad a lo largo de los siglos.
Casa Fuerte de Bezmiliana
En su obra, Castellón detalla la arquitectura y características de la Casa Fuerte, que exhibe una planta cuadrangular circundada por un sólido muro de mampostería, reforzado en las esquinas con sillares. El recinto murado presenta aspilleras y torreones en dos de sus ángulos, y en su estructura defensiva original, un foso, ahora cegado, complementaba la fortificación.
La entrada principal, de estilo neoclásico, se ubicaba al norte, mientras que una entrada más pequeña se encontraba al sur. La Casa Fuerte, restaurada en 1992, alberga en su interior dos plantas conectadas por una escalera de caracol. La planta superior, o terraza, presenta pendientes pronunciadas y conserva un matacán sobre la puerta de la cuadra.
En sus orígenes, la Casa Fuerte tenía capacidad para albergar una guarnición compuesta por soldados de infantería, caballería y artilleros. Tras su restauración en 1992, la Casa Fuerte de Bezmiliana se ha convertido en un importante centro de exposiciones, preservando así su historia y permitiendo que las generaciones actuales se sumerjan en el pasado de esta ciudad islámica y su evolución a lo largo de los siglos.
Torre de El Cantal
La Torre de El Cantal, un imponente testigo del pasado, viene ligado con la Casa Fuerte Bezmiliana, de origen islámico, similar a otras estructuras que fueron restauradas a finales del siglo XIV y principios del XV. Las primeras menciones escritas de esta torre datan de 1492, cuando el bachiller Juan Alonso Serrano solicitó su reconstrucción, denominándola Torre del Peñón de Bezmiliana. Este monumento, con una altura de 10,65 metros, adopta una forma troncocónica.
La torre se encuentra estratégicamente situada en el promontorio de El Cantal, anclada sobre sólidas zapatas de mampostería y ladrillos. Hasta la entrada, que se destaca por un arco de medio punto de ladrillo a seis metros del suelo, la torre es maciza. El acceso al interior se lograba mediante una escalera plegable. La entrada, resguardada en el lado más protegido, se cerraba con una portezuela de madera. Un elemento defensivo adicional, el matacán, construido con ladrillos y sostenido por dos ménsulas de piedra, permitía arrojar piedras, agua o aceite hirviendo sobre los posibles invasores.
La terraza, de planta irregular, está rodeada por un parapeto y cuenta con un vano de vigilancia orientado al sur, permitiendo una vista panorámica del mar. Además, presenta una gárgola para el desagüe y un hogar destinado a las señales nocturnas, destacando la versatilidad defensiva y comunicativa de la torre.
Torre de Benagalbón
La Torre de Benagalbón, notablemente similar a la anterior, se sitúa en un pequeño montículo y alcanza una altura de 10,50 metros. Desde el punto de vista funcional, la torre se organiza en dos espacios distintivos: una terraza-azotea y una cámara interior, que contribuyen a su versatilidad y destacan la funcionalidad de esta construcción histórica. Asimismo, al igual que la torre previamente mencionada, desempeñaba la función de enviar señales de humo, alertando a la Casa Fuerte para que estuviera preparada ante la posibilidad de un ataque.
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