Rincón de la Victoria

Rincón de la Victoria: "Las tardes ayudaban a pagar los gastos"

  • Algunos comerciantes adelantarán sus horarios de apertura, otros harán jornada continua para recuperar las horas que pierden y muchos otros están a la espera de ver el comportamiento de la clientela

Rincón de la Victoria ante las nuevas restricciones

Rincón de la Victoria ante las nuevas restricciones / M. Cortés

En Rincón de la Victoria, la noche también parecía que se había echado antes de tiempo. A la tristeza que dan las tardes otoñales, este martes se sumaba el fin de la actividad (no esencial) en las calles de la localidad. Una de las últimas medidas adoptadas por la Junta de Andalucía para tratar de frenar la pandemia de Covid-19.

A las 17:30 los bares y cafeterías se apresuraban a recoger las mesas que iban quedando vacías para que no se volvieran a ocupar de cara a cumplir con el horario de cierre de las 18:00. Los restaurantes desistieron de la tarde, y desde las cuatro, tras el almuerzo, no volvieron a encender los fogones.

Las tiendas de ropa, de bisutería, de electrodomésticos o de muebles de la Avenida del Mediterráneo apuraban la hora con todo preparado para cerrar el local. Algunas ya habían advertido a través de las redes sociales del cambio de horario, adelantando las horas de apertura tanto de la mañana como de la tarde. En otras colgaban grandes carteles informando a su clientela.

“He venido a las cuatro de la tarde para aprovechar las horas pero no he vendido nada. La gente sale más tarde. Así que a partir de mañana cuando cierre a las dos ya no vuelvo a abrir. Hacerlo por la tarde ahora, es perder el tiempo y el dinero”, comentó Pablo del Río, el propietario de la tienda de ropa y complementos El Pelotazo a su vecina de local. “Es una ruina total porque por las mañanas se vende más, pero las tardes ayudaban a pagar los gastos”, continuó explicando a la frutera que sí podía permanecer abierta hasta las 22:00 al vender productos de primera necesidad.

Luisa Pardo, propietaria de Muebles Pardo, también en la avenida del Mediterráneo, va a tener más paciencia con esto de los horarios. “Es pronto para saber si nos va a repercutir en las ventas y si el cliente va a responder con otros horarios. Hay que velar por la economía pero frenar el Covid es lo primero”, opinó.

También están a la espera Luis y Jaime, los responsables de la Barbería Jaime Jiménez, en la otra acera de la avenida del Mediterráneo. “Quizás habría que adelantar el horario y hacer jornada continua, turnándonos para comer, pero también es verdad que a horas tempranas o a la del almuerzo, no quieran venir los clientes”, manifestó Jaime para quien su principal queja es que “el recorte de la caja es de tres horas al día pero no se equipara con un recorte en el pago del autónomo o de los gastos”.

La peor parte, como ellos mismos recordaron, se la han llevado los propietarios de bares y restaurantes a quienes todavía son más horas las que tiene que suprimir. “Es la ruina definitiva”, repetían como una cantinela tras ser preguntados por la situación. “Está siendo una agonía porque nos vamos desangrando poco a poco”, era otra de las expresiones más utilizadas en la principal arteria comercial de Rincón de la Victoria.

“Nos estamos arruinando. Y mi pregunta es, si cerramos los negocios y nos damos de baja los autónomos, cómo piensan pagar las pensiones, a los funcionarios o los sueldos de los políticos”, planteó Victoriano Álvarez, del bar El Olivo. Marcelo Gustavo Martínez, el propietario desde hace veinte años del bar café Buendía aseguró que nunca había vivido una situación similar. “He vivido dos riadas pero no imaginaba esta catástrofe mundial”, recordó sin dejar de prestar buena cara a los clientes.

En el paseo marítimo de Rincón de la Victoria el panorama también era desolador. El frontal de bares y restaurantes todos cerrados hasta un nuevo día. Algún bar de copas y cafés había tratado de aprovechar las algo más de dos horas posteriores al almuerzo. Y el aspecto del centro comercial ya se presentaba vacío desde primeras horas de la tarde.

Cuando el reloj marcó las 18:00, las calles se fueron despoblando, y a los quince minutos quedaba algún paseante, padres para recoger a sus hijos en la academia, y algún cliente de una clínica dental. “Algunos tenemos entre las manos un arma de doble filo. Estamos en el grupo de los imprescindibles y no podemos cerrar, también quedamos fuera de las ayudas. Pero, ¿alguien cree que va a salir de su casa con este panorama para comprar en mi óptica”, reflexionó Enrique Fontana, el propietario de Centro Óptica Fontana, uno de los pocos establecimientos que quedaban abiertos en un tramo de 500 metros de la principal arteria comercial de Rincón de la Victoria.

En el ánimo de la mayoría, según expresaron a este periódico, y aunque sin mucho convencimiento, estaba salvar las Navidades.

 

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