Tradiciones

Sin Semana Santa en Málaga pero con torrijas

  • La pastelería rondeña Daver elabora este dulce tradicional con toque de vino dulce de Málaga

David Verdú prepara torrijas en su obrador.

David Verdú prepara torrijas en su obrador. / Javier Flores (Ronda)

La pandemia provocará por segundo año consecutivo que las calles se queden vacías durante la Semana Santa y las estaciones de penitencias de las diferentes cofradías tendrán que esperar otro año para saber si pueden volverse a realizar.

No obstante, en muchas calles no falta el olor a incienso y en muchas iglesias y casas de hermandad en estos días hay un importante movimiento para preparar enseres y organizar todo lo necesario para que las imágenes que serán expuestas en el interior de los templos estén listas para cuando llegue el momento. Incluso muchas de ellas no han renunciado a editar los tradicionales carteles que suelen hacerse para anunciar las diferentes salidas.

Todo ello para mantener viva la Semana Santa a pesar de las limitaciones sanitarias y crear ambiente cofrade. Un ambiente que no sería el mismo sin las tradicionales torrijas, un dulce típico de estas fechas y que es casi obligado probar.

Eso sí, aunque tienen una receta base común a base de pan, huevo y leche, con muchas las variedades de torrijas existentes y la innovación también llega a su elaboración. Es el caso de la pastelería rondeña Daver, que mantiene en sus vitrinas una combinación de tradición e innovación para así ampliar el público al que pueden ir destinadas.

De su obrador salen torrijas tradicionales con un claro sabor malagueño, y es que su fórmula más antigua incluye el añadir vino dulce de Málaga a la leche en la que la que se moja el pan durante el proceso de elaboración las mismas.

“En muchos sitios se les suele añadir un toque de licor a la leche para elaborar a las torrijas, aunque en nuestro caso lo que le ponemos es un toque de vino dulce malagueños que creemos que le aporta un sabor especial”, explica David Verdú.

Eso sí, el introducir este toque de sabor supone tener que tener muy controlado el proceso para que la integración de la leche y el vino sea la correcta. Además, debido a la composición de ambos ingredientes tiene que ser confeccionada la mezcla en el momento que se proceda a mojar las futuras torrijas para evitar que se pueda cortar la leche. Una vez superado este momento el proceso de elaboración es el habitual, ya que tras ser frito el pan bien remojado se procede a darle un baño de miel o de azúcar.

Y aunque las torrijas con una elaboración tradicional son las más habituales de encontrar, con esos ligeros matices sobre su forma de elaboración en función de la zona, en el caso de esta pastelería también han decidido darle un toque de innovación para aquellos que buscan el sabor de la tradición pero con un toque diferenciador. En concreto, han decidido introducir en sus torrijas de pastelería que se elaboran con pan brioche una cubierta a base de yema tostada que le aporta un punto de crujiente a un dulce a su tradicional textura tierna y esponjosa.

Además, se trata de un producto que tiene un intenso sabor dulce, algo que no gusta a todo el mundo, por lo que decidieron también tratar de encontrar una combinación en la que se pudiese mitigar este aspecto sin perder la esencia del producto, algo que aseguran que han logrado introduciendo un toque de naranja que le aporta un toque de acidez que ayuda a contrarrestar ese sabor dulce intenso. “Creo que hemos encontrado un punto de equilibrio muy interesante para las personas que nos les gusta ese sabor tan dulce”, asegura Verdú.

Una combinación de diferentes tipos de torrijas que se complementa con la elaboración de otros productos típicos de la fecha y de la zona como son los pestiños y los gañotes, aunque en este caso su elaboración se mantiene a lo largo de todo el año.

A ello añaden la elaboración de diferentes tipos de monas de pascua, un producto que es mucho más habitual en las zonas del norte de España y Europa pero que aseguran que ya tiene aquí una importante aceptación. Eso sí, a la tradicional forma de huevo han aportado otros diseños con diferentes tipos de animales, zapatillas, balones o las monas vestidas con trajes flamencos o de torero.

Una variedad de figuras y formas que la pandemia ayudó a ampliar, ya que durante el tiempo de confinamiento este pastelero decidió introducirse en su obrador a crear nuevas figuras como vía de escape a la complicada situación que se estaba viviendo y que además mantenía a los negocios cerrados o con un mínimo funcionamiento. Un trabajo que ofrece a modo de muestra.

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