Enoturismo en la Serranía de Ronda: bajo las estrellas, comidas, picnics en los viñedos...

El crecimiento del sector ha provocado que la oferta sea cada vez más atractiva

Catas y observación astronómica se unen en Cortijo Los Aguilares
Catas y observación astronómica se unen en Cortijo Los Aguilares / Javier Flores

La Serranía de Ronda es uno de los referentes en el mundo del vino de Málaga. No en vano concentra la mayoría de las bodegas que existen en la provincia y sus vinos se han abierto mercado en el complicado segmento de gama media y alta. Además, las bodegas se asemejan al modelo francés de los Chateau, siendo en la mayoría de los casos viejos cortijos rehabilitados, antiguos conventos y hasta una vieja Real Fábrica de Hojalata, todos ellos rodeados de parte de sus viñedos.

Además, el crecimiento del sector, con la incorporación de vinos espumosos, bajo velo de flor, con crianza oxidativa o naturales, sumados a los conocidos tintos, rosados y blancos, hace que cada vez sea más amplia y atractiva la oferta existente para aquellos que quieren conocerla de primera mano.

Visitantes en la bodega Cezar de Gaucín
Visitantes en la bodega Cezar de Gaucín / Javier Flores

Todo ello ha contribuido al crecimiento del enoturismo, un sector que se encuentra en constante evolución y que ya no solo es cuestión de visitar una bodega y probar un vino, ahora se trata de auténticas experiencias que van un paso más allá. Comer en una bodega, tomarse una copa en un wine bar, realizar talleres de confección de productos, observaciones de estrellas, tardeo a los pies del Tajo o disfrutar de un espectáculo de danza mientras se hace una cata son solo algunas de las opciones disponibles. También existe la posibilidad de eservar actividades privadas para celebración de cumpleaños y hasta peticiones de mano.

De este modo, el sector ya se encuentra inmerso desde hace unos años en la nueva tendencia turística en la que los viajeros buscan vivir experiencia, más que simplemente conocer el lugar que visitan.

Vino, estrellas y arte

Una de las bodegas que ofrece experiencias especiales es Cortijo Los Aguilares. En su amplio catálogo, además de la cata y visita, se han incorporado desde hace varios años durante el verano las catas con observación astronómica guiada por un especialista. Además, también han sumado recientemente una combinación en la que se incluye cata junto a la inauguración de una exposición de pintura de un artista local y un espectáculo de música y danza.

En su caso también ofrecen la posibilidad de disfrutar de un pícnic en mitad de los viñedos y así poder realizar un almuerzo bajo una encina centenaria.

Winw Bar de la bodega La Melonera
Winw Bar de la bodega La Melonera / Javier Flores

La bodega La Melonera también ofrece una amplia gama de actividades. "Hacemos lo que nos pidan", ha señalado su directora técnica, Ana de Castro. En su caso cuenta con un recién estrenado Wine Bar que permite ir a disfrutar de sus vinos sin necesidad de realizar la visita completa. "Puedes venir simplemente a tomar una copa y acompañarlo con algún producto típico de la zona", ha explicado De Castro

En su caso también ofrecen la realización de talleres para elaboración de pan o dulces mientras se realiza una cata de sus vinos. A ello añaden la posibilidad de reservar el salón principal de la bodega para la realización de catas privadas para celebrar eventos como cumpleaños o realizar pedidas de mano. "Incluso hemos tenido una preboda", ha apuntado.

Gema Pérez, guía de la empresa Milamores atendiendo una visita.
Gema Pérez, guía de la empresa Milamores atendiendo una visita. / Javier Flores

La Serranía también cuenta con su propia empresa de enoturismo, Milamores, que lleva once años realizando visitas a bodegas como Lunares, Badman Wines, Schatz o La Melonera, que incluyen el recorrido por la misma para conocer su funcionamiento y una cata con degustación de productos típicos de la zona para acompañar la experiencia.

Comer en plena calle a las puertas de la bodega

Otro de los planes posibles es cenar en mitad de la calle en una localidad como es Benalauría. Allí se ubica la bodega más pequeña de España y, posiblemente, del mundo. Con tan solo 28 metros cuadrados, José Verdugo organiza una experiencia que incluye una visita a los viñedos con cata de vino, recorrido por las calles del pueblo con visita a su molino y, para finalizar, una comida en el callejón que da acceso a la propia bodega al fresco de la noche serrana. Eso sí, el menú queda en manos de su inspiración y los productos que ese día encuentre en el mercado este bodeguero que en el pasado regentó uno de los restaurantes más reconocidos de la comarca.

No muy lejos de allí, en Gaucín, en la bodega Cézar también están abiertos a la organización de diferentes actividades que pueden incluir alojamiento en sus casas rurales. Entre las más populares se encuentra la visita a la bodega con cata que incluye almorzar disfrutando de un arroz de monte preparado al momento.

La bodega 28 Metros Cuadrados de Benalauría ofrece cenas en su callejón al fresco
La bodega 28 Metros Cuadrados de Benalauría ofrece cenas en su callejón al fresco / Javier Flores

Otras bodegas son en sí misma una experiencia, como es el caso de Descalzos Viejos, ya que sus propietarios se encargaron de devolver a la vida un antiguo convento trinitario situado en la Hoya del Tajo de Ronda y que había sido abandonado. En su nave principal todavía conserva parte de las pinturas originales del convento, además de los jardines con vistas al conocido cortado rondeño.

Incluso es posible practicar el tardeo a los pies del Tajo en los viñedos de la bodega Gonzalo Beltrán. Una actividad que permite disfrutar de las tardes frescas que suelen darse en la Serranía y que hacen más llevadero el verano.

A ello se suma la visita siempre con cata que se ofrece en la mayoría de las 27 bodegas con las que cuenta en estos momentos la comarca rondeña.

En cuanto al origen, en función de cada bodega, las nacionalidades son muy diversas, al igual que los visitantes que llegan a la ciudad del Tajo. Europeos y españoles son algunos de los principales visitantes, aunque también se nota un importante crecimiento de los estadounidenses. Es el caso de Javier y su familia que procedían de Carolina del Norte y que estos días visitaron la bodega Schatz atraídos por la fama de buenos vinos que habían oído de la Serranía. “Estamos en Málaga pasando tres días y hemos decidido venir a conocer los vinos de Ronda de los que nos han hablado, es la primera vez que nos gusta un rosado”, afirmaron. Junto a ellos una paraja de Barcelona que también descubrió los vinos rondeños.

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