Pepa Borrego, la costurera de Ronda que 'bordó' amistades con Hemingway, la familia Ordóñez o la Pantoja

La diseñadora, de 87 años, se hizo conocida por sus 'trajes de goyesca' y se ganó un lugar privilegiado en los círculos del toreo rondeño

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Pepa Borrego mostrando el traje que llevó cuando fue presidenta de las goyescas
Pepa Borrego mostrando el traje que llevó cuando fue presidenta de las goyescas / Javier Flores

Ronda/Orgullosa, solemne, sobria de repertorio, clásica y con peso en cada palabra. La descripción que Hemingway dio en su día del toreo de Ronda podría adaptarse perfectamente, casi sin matiz, a la personalidad Pepa Borrego, una de las mujeres más trascendentales del folclore rondeño y, que por cierto, conoció al escritor estadounidense en su día.

Desde que con solo 17 años cosió su primer traje de goyesca, Pepa comenzó a destacar en toda la región como una de las diseñadoras más innovadoras de estas elaboradas indumentarias. Su estilo la convirtió en una figura imprescindible en el mundo de La Goyesca, una de las corridas de toros más emblemáticas del calendario taurino donde son característicos estos trajes.

Pepa y su hija Nuria con dos trajes de goyesca diseñados por ella
Pepa y su hija Nuria con dos trajes de goyesca diseñados por ella / M.H

Más de 40 años en el oficio le han dado a para fabricar desde el 1961 unas 400 piezas. Hacerse un nombre como diseñadora y que su marido, Ramón Flores, fuera un gran promotor de corridas de toros en Ronda en los 70 y 80, hizo que poco a poco se codeara y pudiera hablarse de tú a tú con personalidades como Isabel Pantoja, Lola Flores, la Duquesa de Alba, Ernest Hemingway o la familia Ordoñez, con quién mantuvo una íntima relación durante muchos años.

Hoy, a sus 87, Pepa vive retirada de los hilos, pero su memoria aún guarda un importante legado que contar. Su curiosidad por la costura comenzó con 14 años cuando "empecé a hacerle vestiditos a las muñecas Mariquita Pérez". Al ver que aquello le gustaba acudió a un taller del pueblo a que la enseñaran y empezó a hacer remiendos y todo tipo de arreglos para particulares como Don Juan de la Rosa, el presidente de la Caja de Ahorros de Ronda.

Pepa arreglando uno de los trajes de goyesca que guardaba
Pepa arreglando uno de los trajes de goyesca que guardaba / Javier Flores

Aunque Pepa ya tenía vinculación con el mundo del toro porque conoció a su futuro marido muy joven, no fue hasta los 17 años cuando tuvo su primer contacto con 'el mundo goyesco'. "La hermana de mi marido, que sabía que yo cosía en casas de gente, me pidió que le hiciera un traje de goyesca para la feria. Yo, sin tener mucha idea, cogí unas cortinas que había por casa y un par de telas e improvisé algo. Para sorpresa de todos, el traje le encantó a la gente y se corrió la voz de que lo había hecho yo. Es cierto que los trajes de goyesca por aquel entonces eran muy rudimentarios y yo le metí algún toque personal fruto de mi intuición. Por lo visto gustó, pero yo ni era modista ni diseñadora ni había estudiado para ello", relata.

Pepa fue reinventándose y cogiendo popularidad en el municipio hasta el punto de que "la gente ya solo quería trajes míos para las ferias", cuenta. Por aquel entonces, ella ya se movía en círculos privilegiados y era muy frecuente verla junto a su marido en los palcos de La Maestranza de Ronda. En 1973 fue invitada a la boda del torero Paquirri y Carmen Ordoñez y ahí coincidió con los diseñadores Victorio y Lucchino, quienes no dudaron en halagar su trabajo al cruzársela en el convite. "¿Tú eres la famosa Pepa de Ronda? Vaya mano tienes hija, si nos lo pudiéramos permitir te traíamos sin pensarlo para nuestro taller", le dijeron los conocidos modistas.

Pepa posando con dos trajes de goyesca que confeccionó para ella y su hija Nuria
Pepa posando con dos trajes de goyesca que confeccionó para ella y su hija Nuria / Javier Flores

Aunque en aquel momento ya era una mujer con nombre propio, Pepa nació y vivió en una época en la que el patriarcado aún estaba profundamente arraigado en la sociedad. Cuando era joven y empezó a despuntar como costurera, algunos talleres de Madrid quisieran contratarla, pero su padre "no se fiaba de que una chica tan joven y guapa se fuera tan lejos", y esto frenó su ascenso. Más tarde, al casarse con su marido, Pepa estuvo bastantes años cosiendo a escondidas de él, en un cuarto recluida y diciéndole "que eran arreglos para amigas" y no trajes enteros para clientes. "De aquellas estaba muy mal visto que una mujer aportara un sustento económico a la familia", explica.

Sin embargo, Pepa no tardó en darle la vuelta a la situación y convertirse en un ejemplo de mujer empoderada. Su figura poco a poco trascendió a la de su marido, empezó a traer dinero a casa, se hizo conocida en los círculos del famoseo que visitaban Ronda e incluso fue la primera mujer de la ciudad en sacarse el carnet de conducir. "Imagina la estampa, nos íbamos de vacaciones a cualquier lado toda la familia y era yo quien conducía, algo muy insólito para los años 70. Incluso llevé a mi marido a Burgos a jurar bandera, imagínate lo que es eso para un hombre de la época", cuenta Pepa con humor a la vez que con orgullo.

Pepa probandole el traje de goyesca de su hija a su nieta
Pepa probandole el traje de goyesca de su hija a su nieta / Javier Flores

Eventos, cenas, corridas y bodas con las estrellas del momento, Pepa, a pesar de venir de una familia humilde, se sentía una más de ese círculo y estaba segura de pertenecer a esa jet set española. "Me sentía como esas folclóricas de las revistas porque era una más de ellas. Nos conocíamos, nos veíamos en las plazas de toros, en las comidas, etc. Piensa que yo era muy íntima de Antonio Ordoñez, que era la gran personalidad en torno a la cual se generaba todo ese movimiento", cuenta la diseñadora.

Esto la llevó también a conocer al escritor Ernest Hemingway, una de las figuras que más ha trascendido en la leyenda de la Ronda taurina. "Coincidí con él dos veces. La primera en una comida en casa de los Ordoñez, que invitaron a un montón de amigos con motivo de la llegada de Hemingway, y más tarde en Madrid, donde estuvimos Antonio, él y yo tomando algo. Es verdad que entre la barrera del idioma y que yo era una cría de unos 22 años, las interacciones eran más complicadas. Pero era un señor muy amable y educado", narra.

Pepa en un reencuentro años más tarde con María de las Mercedes de Borbón, madre del Rey Emérito
Pepa en un reencuentro años más tarde con María de las Mercedes de Borbón, madre del Rey Emérito / M.H

Aunque Pepa admite que fue una época bonita y vivió cosas surrealistas, como cuando María de las Mercedes de Borbón, madre del Rey Emérito, la invitó a pasar unos días en su finca, la rondeña siempre ha mantenido los pies en el suelo y una profunda conexión con su tierra. "A mí codearme con los famosos en el fondo me daba un poco igual, me ha llenado mucho más que la gente de Ronda me reconozca los méritos", admite Pepa.

La veterana diseñadora ha recibido numerosos reconocimientos como la de 'Ciudadana del año en 2008', sin embargo, cuenta, que los que más ilusión le hicieron fueron los de la comunidad de vecinos de Ronda y el de la Asociación Proyecto Hombre, de la que fue presidenta unos años.

Reconocimientos que Pepa tiene congados en su salón
Reconocimientos que Pepa tiene congados en su salón / Javier Flores

Sus trajes fueron lo que la llevaron a destacar. Especiales y vanguardistas para la época. Ajustados al contorno del cuerpo, con encajes, pasamanerías y recortados, "todo sin salirse de la tradicional marca torera", apunta. Estos productos de artesanía pronto se convirtieron en piezas cotizadas que no todos se podían permitir, pero a pesar de ello Pepa siempre estuvo del lado de los más humildes. "Había niñas que las elegían de goyescas para la feria pero que no tenían para pagarse un vestido. A esas les prestaba yo todo: los pendientes, las mantillas, las prendas, etc. A la primera que le hacía el traje más bonito del mundo era a esas niñitas que venían y no tenían un duro para pagarlo", relata con humildad.

Pepa se desvinculó de la costura hace ya muchos años, pero más aún del mundo del toreo. Tras el fallecimiento de su marido se alejó del círculo en el que él la introdujo para no volver. "He disfrutado mucho con los toros. Mucho. He conocido a gente muy interesante y me lo he pasado muy bien. Tengo que admitir que me ha abierto las puertas a un mundo increíble, pero de lo que me acuerdo al final del día y lo que hace que sienta orgullo no es la gente famosa a la que he llegado, sino el reconocimiento de mis vecinos", recalca la costurera de 87 años.

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