Psicología

Empezar a cuidar el cerebro

  • La pandemia ha evidenciado la vulnerabilidad de los sistemas sanitarios y su débil capacidad de respuesta a los grandes desafíos de salud mental

  • Contar con los psicólogos en los servicios de Atención Primaria es uno de los retos principales

Joaquín Ibáñez es doctor en Psicología Experimental y coordinador del servicio de neuropsicología de la Clínica Universitaria Loyola.

Joaquín Ibáñez es doctor en Psicología Experimental y coordinador del servicio de neuropsicología de la Clínica Universitaria Loyola. / Archivo

La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Esa es la definición pata negra que desde su constitución lleva defendiendo la Organización Mundial de la Salud. La salud mental, tanto en sus afecciones más graves como en las leves, se ha visto sacudida notablemente con la pandemia. En este momento, en el que desde muchos centros de decisión en lo sanitario se analizan las ‘lecciones aprendidas’ de esta crisis sin precedentes, quizás sea una ocasión óptima para subrayar la necesidad de contar con un sistema sanitario capaz de atender la salud de la población en toda su dimensión, ya que lo psicológico y lo físico están muy relacionados, y entre oros retos ser capaces de reducir el excesivo consumo de psicofármacos.

Para Joaquín Ibáñez Alfonso, especialista en Neuropsicología y coordinador del Servicio de Neuropsicología de la Clínica Universitaria Loyola, en Sevilla, es un buen momento para combatir la escasa inserción de psicólogos en el Sistema Nacional de Salud. “A penas hay psicólogos en Atención Primaria cuando un pilar para mejorar la salud de la población pasa por mejorar la salud mental”.

En un contexto de saturación de los servicios sanitarios y de cierta tendencia a la sobremedicación de estos procesos, completar los equipos se hace más necesario que nunca. “Tampoco los psicólogos solos conseguiríamos nada. Esto es, de verdad, una labor multidisciplinar. Hace falta que nuestros políticos empiecen a comprender que lo que aparentemente es un gasto inmediato importante es, en el fondo, una inversión. A nivel europeo se ha demostrado que esto ahorrará a largo plazo mucho dinero, tanto en fármacos como en una mejor salud general de la población, que así consume menos recursos y mejore a nivel personal, social y laboral”.

En España, como en el resto de la Unión Europea, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos ha crecido sin parar en la última década. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes señaló hace unos meses a España como el país del mundo con mayor consumo legal de benzodiacepinas. Según explica Ibáñez, “la mayor parte de cuadros leves de depresión o ansiedad pueden abordarse en pocos meses, pero esto cuesta más que extender una receta”. Según explica, hay muchos casos de personas que siguen tomando benzodiacepinas sin tener un seguimiento médico tras años. Gente a la que recetaron un tratamiento y seis años después se lo siguen tomando sin apenas evaluar o intervenir. “Todo esto son parches –afirma– y así engañamos a nuestro sistema nervioso, tranquilizándolo químicamente, en vez de ir al foco de ese problema o esas dificultades; de tal manera que a largo plazo el pronóstico es mucho más complejo. En muchos casos, se va aumentando la dosis porque se crea tolerancia y el efecto del fármaco es menor”.

Ibáñez aclara que “no se trata de demonizar nada”. “En casos agudos estos fármacos son muy necesarios para estabilizar, pero es fundamental abordar los problemas y poder cambiar hábitos de vida. Si no cambias hábitos es poco probable cambiar la salud mental. Contar con los psicólogos en los servicios de Atención Primaria es fundamental para poder integrar este abordaje en muchos problemas frecuentes entre la población”, afirma el neuropsicólogo.

Asimismo, hace hincapié en el efecto psicológico de la pandemia. Según explica, algunas evidencias recientes apuntan a que España y Portugal son los únicos países en los que las recomendaciones lanzadas a la población al inicio de la crisis Covid-19 han ido disminuyendo. “Otros países siguen insistiendo en ello y parece que ya no importa cuando es ahora, precisamente, cuando sus efectos se van a manifestar”. Puede que sea un momento crítico el que ayude a fortalecer esa visión más integral de la salud. “La neuropsicología hace énfasis en como el conocimiento del sistema nervioso central ayuda a entender y mejorar el comportamiento, el bienestar psicológico, cognitivo y emocional”, resume Ibáñez.

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