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Dolor o ardor al orinar, sensación de presión en la parte inferior del abdomen, fiebre, sensación de que la vejiga no se vacía por completo y malestar general. Son los síntomas más característicos de la cistitis, una enfermedad causada por una infección bacteriana en la vejiga.
Las bacterias, comúnmente Escherichia coli (E. coli), entran desde el exterior a la uretra, va hacia la vejiga y ahí se multiplican causando la inflamación. El género femenino es más propenso a desarrollar cistitis debido a que su uretra es más corta y está más cerca del ano, por lo que facilita el ingreso de bacterias.
Además de las infecciones bacterianas, otros factores como el uso de ciertos productos irritantes, la obstrucción del flujo de orina, el sexo sin protección, el uso prolongado de catéteres urinarios y enfermedades como la diabetes pueden aumentar el riesgo de desarrollar cistitis. Ahora también se ha comprobado que los cambios bruscos de temperaturas favorecen el desarrollo de esta enfermedad.
Las diferentes estaciones del año en los que influyen cambios bruscos de temperatura ambiental pueden tener un impacto en el desarrollo de la cistitis, aunque no tenga una implicación directa. Por ejemplo, durante el invierno, es común que las personas pasen más tiempo en espacios cerrados y con calefacción, lo que conlleva una menor ventilación y una mayor concentración de gérmenes en el ambiente.
Además, el cambio brusco de temperatura entre el frío del exterior y el calor del interior puede debilitar el sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de infecciones, entre las que se encuentran las infecciones del tracto urinario. En este caso, sería la cistitis. También influye llevar más ropa la cual impide, a veces, la transpiración natural del cuerpo con la que se crea humedad y, por tanto, infección.
Por lo que respecta a la estación opuesta, la humedad también es un factor que favorece el desarrollo de la cistitis en verano, unido a las altas temperaturas son factores que influyen en la proliferación de bacterias en zonas de las partes íntimas debido a la ropa interior, trajes de baño mojados o piscinas. Lo que sucede es que, en esta época, se altera la flora vaginal la cual permite mantener un equilibrio saludable en el ambiente vaginal y en la protección contra las infecciones debido a las bacterias y otros microorganismos que habitan de forma natural en la vagina de las mujeres.
La flora vaginal incluye una variedad de bacterias beneficiosas, como lactobacilos, las cuales ayudan a mantener un pH ácido en la vagina, lo que dificulta el crecimiento de bacterias dañinas. Así es como ese equilibrio adecuado de la flora vaginal favorece a la salud vaginal y general de la mujer, ya que puede prevenir infecciones como la vaginosis bacteriana, las infecciones por levaduras y otras enfermedades del tracto genital.
Otro aspecto importante es la ingesta de líquidos ya que la falta de hidratación, sobre todo en el verano, puede provocar una menor frecuencia de micciónmenor frecuencia de micción y una concentración de bacterias en la vejiga, aumentando el riesgo de cistitis.
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