Semana Santa

Coreografía perfecta de túnicas blancas

LUNES Santo. De túnica blanca. Toda una ciudad pendiente de Jesús Cautivo. Este fenómeno comenzó al alba con su traslado por el barrio y su tradicional visita a los enfermos del Hospital Civil.

Ya por la tarde, más expectación, nervios y multitud. Una hora antes de la salida de la cofradía de Nuestra Padre Jesús Cautivo, en las calles por las que pasaría el cortejo no cabía un alma más. En la plaza de Montes, ya esperaban los Regulares.

Daba igual esperar. No importaba el tiempo que restara para ver al Señor de Málaga en la calle. En las vías más cercanas a la casa hermandad, el público crecía. Cuanto más cerca estaba el momento de la salida, la expectación crecía también. El público esperaba el momento mágico.

Y el momento llegó. A las 19:45 se abrían las puertas de la casa hermandad y una ovación de palmas inundó la calle Trinidad. Al fondo, las imágenes esperaban. La Virgen de la Trinidad Coronada, lucía con toda la candelería encendida.

Todo estaba coreografiado perfectamente. Mientras la cruz guía salía de la casa hermandad acompañada de las insignias, por la calle de atrás se incorporaban al cortejo los penitentes de vela. Por encima del nerviosismo del pueblo, preponderaba la calma y el orden de la cofradía. Experiencia en estas cosas o simplemente saber hacer, el caso es que la hermandad se organizó en la calle con tiralíneas. Ya sólo quedaba Él.

A las 20:18, la banda de cornetas y tambores del Puerto de la Torre tocaba el himno nacional para que el Señor de Málaga, saliera a la calle.

Con su tradicional suelo de claveles rojos en el trono el Señor se mecía cadenciosamente. Tras él, su fidelísima penitencia de devotos aferrados a la fe.

Cayó la noche antes de que saliera la Virgen de la Trinidad, con un exorno floral compuesto por rosas de color rosa pálido. A las 21:00, la Dolorosa iniciaba su desfile a los sones de la marcha Alma de la Trinidad, compuesta por Eloy García para la coronación canónica de la Virgen en el año 2000.

La espera seguía masivamente en las calles por donde tenía que pasar el cortejo. Calle Mármoles, era un hervidero. Todo valía para matar el tiempo hasta ese momento, incluso jugar a a las cartas. Al cierre de la edición el número de público crecía. Aún quedaba toda la madrugada por delante. Casi 24 horas de devoción 'cautiva'.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios