Entre bambalinas

Cien más, por favor

  • La Agrupación puso de relieve que vivimos un siglo de su historia e invitó, entre las líneas no dichas, a que sigamos necesariamente avanzando

La gala celebrada en el Cervantes.

La gala celebrada en el Cervantes. / Álvaro Cabrera (Málaga)

La ciudad estaría, a estas alturas, más que preparada para asumir que su Semana Santa está ya a la vuelta de la esquina. Y vendrá. Sin procesiones, pero llegará. En el Domingo de Pasión nos sigue doliendo que el silencio sea la nota predominante entre ese cosquilleo habitual de estas fechas. Hoy tendrían que aparecer, en estas páginas, la información de los traslados de la jornada y la crónica del pregón. La realidad es otra completamente distinta.

Eso sí, el telón del Teatro Cervantes se levantó ayer para acoger el acto de presentación del Centenario agrupacionista. Más tarde de lo debido –la tercera ola otra vez sobre la mesa- llegó el momento de conocer de primera mano cómo iba a sonar, verse y sentir el año que llevábamos esperando. Aunque ya se conociesen algunos de esos actos, porque la ilusión había que mantenerla, los detalles faltaban por estar en la agenda de todos los públicos.

El acto detuvo el tiempo dentro y fuera. En la siempre constante vorágine vital, se frenaron en seco las prisas. A momentos, se paró demasiado. En su equilibrio entre elegancia y sobriedad, quizás esperaba más dinamismo para evitar eso que siempre se critica después en las barras de los bares: la rimbombancia. Menos intervenciones (el presentador del presentador del presentador no estuvo), pero alargadas en algunos casos haciendo que el respetable se distrajese.

Una vez alcanzados los 40 primeros minutos, comenzó a avanzar el acto. La marcha “Centenario” era, probablemente, la más buscada. ¿Cómo suenan los 100 años de la Agrupación de Cofradías? Como López Sandoval imaginó y el jurado valoró. La vía sencilla podía ser una amalgama de marchas ya existentes, pero no: es una nueva composición solemne, triunfal y evocadora.

Y, sin tregua alguna, llegaba el momento de quitarle a Berzosa esa espinita clavada desde 2017, donde las filtraciones nos amargaron la noche a unos cuantos, aunque el pintor supiese afrontarlo con mucha entereza. Y me lo van a permitir, antes de valorar el cartel: Paloma Saborido, gracias por estar tan a la altura. No hace falta que te diga más. Te devolveré ese abrazo que tenemos pendiente. El cartel ofrece con nitidez qué celebramos: cien años de una institución creada gracias a que María concibió a Jesús. A sus pies, la historia en hitos convertida en letras. En el contorno, todas las hermandades unidas. Simbolismo y arte, conjunción siempre necesaria.

Con todos estos ingredientes, dejo tiempo a la reflexión: ¿y el cien mas uno? El mejor momento para presentar lo que venía debió ser una declaración de intenciones para ver cómo enfilamos el futuro. Ilusión no falta, puesto que ya se acerca la Semana Mayor y debemos estar alegres. Que vengan cien más y que podamos celebrarlo.

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