El Jueves Santo que llovió y los legionarios no pudieron desembarcar en Málaga
Un intenso chubasco impidió el tradicional desfile portuario de las tropas del tercio
Algunos de los asistentes molestos por la cancelación abuchearon a los militares
EL 20 de marzo de 2008, Jueves Santo, la ciudad de Málaga amaneció lluviosa. El puerto, a la espera de la llegada del barco de La Legión, desde muy temprana hora comenzó a recibir a los cientos de malagueños que, deseosos de ver el espectáculo marcial, buscaban el mejor lugar para ser espectadores del desembarco y posterior desfile de las tropas del Tercio.
Con el buque portacontenedores Safmarine Ngami atracado en la terminal del muelle número nueve, el carguero de bandera chipriota Mariner II en fase de descarga de grano en el seis, una barcaza holandesa en dique y el Juan J. Sister recién llegado de su ruta melillense; el resto de los muelles malacitanos albergaban al oceanográfico Odon de Buen, el velero Cervantes Saavedra, a la polémica golondrina Atlantiss o al controvertido Santísima Trinidad; unos buques que acompañados de otros auxiliares serían testigos de excepción de la llegada del barco de los legionarios.
Mantenido el recuerdo de 2007, año en el que el buque de desembarco Pizarro L-42 atracó en el muelle número uno para cumplimentar este popular evento, los malagueños que acudieron al puerto bajo una persistente lluvia que no cesaban en aquella desapacible jornada de marzo de 2008, tuvieron que buscar nuevas ubicaciones para presenciar el acto legionario; una escenificación que se realizaría en el muelle 3A-1, el atraque situado justo detrás de donde amarra de forma habitual el Melillero.
Con esta particularidad, cientos de ciudadanos y visitantes se agolpaban en las inmediaciones del caserón de la Autoridad Portuaria en busca de un refugio que los protegiera de la lluvia; un mínimo espacio seco mientras que otros, pertrechados con paraguas y chubasqueros aguantaban el chaparrón lo más cerca posible del lugar del atraque de los legionarios.
Ya con algunas de las habituales autoridades presentes y con la afición malagueña esperando bajo la lluvia, una hora antes de la ansiada llegada, los remolcadores Dihecisiete y Vehinte salían para asistir en la maniobra de atraque al barco que traía a las tropas de Tercio. Después de haber estado ausente en 2007, el ya por entonces veterano transporte ligero Contramaestre Casado A-01 regresaba al puerto malagueño para cumplimentar el que en aquella fecha sería su decimosegundo desembarco legionario.
Mantenido el chubasco y sin barquitos que salieran a la bahía para recibir a los caballeros del chapiri, los dos remolcadores; en concreto el Dihecisiete a popa y el Vehinte a proa, comenzaron a acompañar, ya con los cabos de remolque dados, el lento navegar del Contramaestre Casado acercándose a la bocana malagueña.
Sin que se escuchara el popular Novio de la Muerte y con la compañía de honores del IV Tercio Alejandro Farnesio de La Legión refugiada de la lluvia a bordo del buque, el cielo malacitano recibió la entrada del barco de la Armada con una tromba de agua; un chaparrón que apuntaba un más que deslucido desembarco militar.
Revirado el barco en la dársena de Guadiaro, sin música y sin la tropa formada en la popa del veterano transporte, el Contramaestre Casado dio su costado de estribor al muelle y finalmente, la pasarela del buque revestida de las lonas que muestran su nombre y su numeral quedó posada en los anegados adoquines portuarios malacitanos. Privado el mojado público asistente de música y cánticos, el momento de la verdad llegó, y los legionarios, algo más tarde de la hora prevista, no cumplimentaron su marcial desembarco.
Suspendido el evento, unos autobuses recogieron a los militares; momento en el que algunos de los presentes, especialmente los que llevaban más horas aguardando bajo la lluvia, irrumpieron en abucheos e insultos a los soldados. Calmados los ánimos, mientras la compañía de honores del IV Tercio Alejandro Farnesio dejaba el recinto portuario de una forma nada usual, los cientos de malagueños que habían vivido aquel acto fallido, intentando no mojarse más de lo que ya lo habían hecho, desalojaron rápidamente las inmediaciones del muelle 3A-1.
Cancelado este significativo evento, los muchos espectadores que, de forma habitual tras presenciar el desfile se quedan en el puerto para ver con mayor detalle al barco de La Legión, tampoco cumplieron la tradición y, el veterano Contramaestre Casado castigado por la lluvia se quedó solo en aquella desapacible mañana de Jueves Santo.
Una jornada para la historia. Un destacado día en la Semana de Pasión malacitana en la que sobraron, además de la lluvia, los abucheos e insultos que recibieron las tropas de La legión.
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