Se alejó la amenaza de lluvia y la tarde del Lunes Santo pudo recuperar de nuevo sus contrastes, sus imágenes más representativas, sus estampas para el recuerdo. Desde la abrumadora devoción al Cautivo, al recogimiento de Pasión en su estación de penitencia, pasando por los bailes y cantes de los gitanos tras Jesús de la Columna, la seriedad de Dolores del Puente en Santo Domingo, la belleza de Crucifixión por las pequeñas calles de su barrio y la solemnidad de Estudiantes.

Los coleccionistas de momentos tuvieron un amplio abanico donde elegir, desde la Trinidad a la Cruz Verde, con cientos de escenas para emocionarse, para vibrar en compañía de multitudes o elevar un rezo desde una posición más cercana.

Como cada Lunes Santo desde los años 90, la tarde tenía que comenzar desde la casa hermandad de Crucifixión, junto a la Parroquia del Buen Pastor, en El Ejido. Nunca hay demasiado público en la salida y eso hace que se pueda recorrer junto a los Sagrados Titulares y con mucha comodidad la calle Los Negros, observarlos en todo su esplendor, sobrecogerse con las marchas procesionales mientras que se sigue el paso de los hombres de trono desde las aceras.

Y fue en las primeras calles de su recorrido, en Peña, Mariblanca y Puerta de Buenaventura, donde se recogieron las imágenes más bellas de la cofradía. Entre los balcones, con petalada de flores incluida, con la seriedad acostumbrada, el Santo Cristo de la Crucifixión y María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad se encaminaron hasta el recorrido oficial para hacer después estación de penitencia en la Catedral.

Salida del Cristo de la Columna de su casa hermanda en la calle Frailes.

Justo después del paso de Crucifixión, la calle Frailes ya tenía dueños. Los que se apostaban en los alrededores de la casa hermandad de la cofradía de los Gitanos para vitorear, pedir y celebrar la salida de Nuestro Padre Jesús de la Columna y María Santísima de la O.

Payos y gitanos juntos, alegría y drama sentido con pasión a partes iguales. Cinco minutos de escucha entre los congregados ofrecían una radiografía de esa Málaga más humilde. Aunque el escenario tampoco estaba exento del fervor capillita de jóvenes encantados de respirar por unos momentos el aroma más malaguita.

La Virgen de Gracia y Esperanza por Carretería.

A cinco minutos de allí, en la calle Alcazabilla, el ambiente era distinto. Con vallas cerraban la amplia y distinguida vía para evitar el colapso del público y dejar un buen espacio a las autoridades congregadas, además de los hermanos participantes en el cortejo de la cofradía de Estudiantes. Este año el estreno de la restauración de sus Titulares fue una de las novedades de la jornada. 

La Archicofradía de Pasión pudo realizar la salida de sus tronos desde su sede canónica, en los Santos Mártires, recién terminadas las obras de restauración, pero el cortejo de nazarenos se formó en la vecina San Julián. Salvo ese cambio, su recogimiento volvió a ser protagonista, tanto en su salida como en el resto del recorrido, más aún en su estación de penitencia en la Catedral. 

Dolores del Puente en la rampa de la Aurora.

Igual que Dolores del Puente, recibida por multitudes en su salida de Santo Domingo y arropada a su paso por el puente de la Aurora. Pero a eso, a fervor popular, no hay quien gane al Señor de Málaga. El Cautivo fue venerado, rezado, llorado y acompañado por esa masa informe que se hace ciudad vista desde lo alto de un balcón.