Semana Santa

Málaga y su limitada cultura nazarena

Nazareno de la Virgen de Dolores y Esperanza.

Nazareno de la Virgen de Dolores y Esperanza.

Al nazareno no le gusta el protagonismo, él solo anda en forma de penitencia delante del titular. El nazareno se inunda de miradas, de manos por el camino, de oraciones y de sonidos. Pero, siempre desde el anonimato.

¡Qué pena que en Málaga esté tan mal visto al nazareno! En ocasiones como una figura menor sin importancia, solo para llenar las filas de velas. En otras, al cumplir los 18 años y no pasar al varal, incluso con desprecio.

Durante el recorrido procesional el nazareno tiene tiempo de todo; de la sobriedad y el caminar, de contagiarse de la ilusión de los más pequeños que te aprietan la mano ilusionados mientras con la otra sostienen su bola de cera y de contemplar. Contemplar el paso cuidado del trono que muy despacio avanza por el camino que tú, nazareno, has iluminado.

Ser nazareno comienza en el preciso momento en el que cada persona tan solo se plantea vestir el hábito y continúa realizando estación de penitencia en su cofradía, su casa, donde encuentra formación, devoción y lo más importante hermandad.

Desde el anonimato del penitente una nazarena de la cofradía de Zamarrilla apunta: “Ser Nazareno es acompañar a mis titulares desde el mayor recogimiento. Sin que nadie sepa quién eres, rezar y dedicarle el tiempo que posiblemente durante el resto del año no puedes: es acompañar a los titulares alumbrando su camino con un cirio y en silencio, es la oración tras el encierro acompañado de un abrazo final con los hermanos”.

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