Cena, cumbre malagueña del Jueves Santo

Cuando uno tiene que explicar mucho un asunto, es que este no está claro. Un exceso uso de semántica entorpece la comunicación. Pero si usted escucha la palabra Cena, en el contexto de la Semana Santa de Málaga, todo queda claro. Su interlocutor se refiere a una de esas cofradías que, al paso de sus dos tronos, genera frases del estilo “esto es Málaga”. Porque el rumor del Domingo de Ramos aún late en los corazones de estos cofrades que dejaron mucho de sí mismos junto a la estación de trenes y que hoy, en el día más grande, conocen la importancia de su magisterio cofrade, construido gracias a la cumbre estética y devocional de una hermandad que despide este año a uno de sus hermanos mayores míticos, Fali López Tazas.

La algarabía, el colorido de las túnicas blancas con ribetes y capirotes rojos o azules, según la sección, la atmósfera sacramental que se genera en una procesión muy querida por los malagueños son, sin dudas notas definitorias de la cofradía ferroviaria, cuyo capital más importante, sin duda, es el humano.

A las cinco de la tarde en punto se han abierto las puertas de la casa hermandad de calle Compañía. Miles de personas esperaban desde horas antes el inicio de la procesión. Cuando la cruz guía se ha hecho presente en la plaza, la Banda de Cornetas y Tambores Lágrimas de Dolores de Churriana ha interpretado la marcha ‘Beso de Judas’, toda una declaración de intenciones. Poco a poco, el rojo de la fe se ha derramado por Compañía y Fajardo, mientras en la casa hermandad el Señor de la Cena y sus doce apóstoles, uno de ellos con la cara del imaginero Luis Álvarez Duarte, se acercaban dulcemente al dintel de la puerta para hacerse a la calle.

Poco a poco, el inmenso trono de Jesús de la Cena ha comenzado su estación de penitencia con una mecida dulce, con elegancia contenida. Vivas al Rey de Reyes y un trono excelso al que se entrega Málaga con devoción y oraciones, muchas, por los que fueron y por los que son, por la transmisión de padres a hijos de un legado antiguo y sabio. El Señor, imponente sobre su trono, ha iniciado su procesión con el Himno Nacional para dirigirse con dulzura hacia Fajardo con ‘Estrella Reina del Cielo’, interpretada por la Agrupación Musical Jesús de la Redención de Córdoba. Málaga, enfervorecida, sabe premiar a esta hermandad que late en el recuerdo de muchos todavía. La curva se eterniza, parece que el trono no cabe en la calle, pero siempre se hace el milagro, aplausos. De diez. Vivas y guapas a la Virgen de la Paz antes de iniciar el recorrido.

Este año se estrenan dos túnicas del trono, entre ellas la de Judas Iscariote, y dos marchas.

Mientras el Señor avanza hacia Fajardo y Cisneros, la Virgen de la Paz, con la candelaria encendida y un trabajado y bello exorno floral, se ha aproximado a la puerta de la inmensa casa hermandad de calle Compañía. El contraste generado por el juego de la luz de la tarde y las bambalinas del palio es un momento cumbre del Jueves Santo. Vivas a la Virgen de la Paz, gritos de guapa. Y todo vuelve a comenzar.

Los nazarenos de la Virgen han comenzado a tomar la calle poco después, con orden y sosiego. La Virgen, antes de salir, era mecida con las marchas dedicadas al Señor mientras este avanzaba en Fajardo hacia Cisneros. Luego, ha iniciado su maniobra de salida con la marcha ‘Pax Malacitana’ enlazada con ‘La Madre del Salvador’, interpretadas ambas por la Banda de Música de la Paz. Una curva descrita a la perfección, como mandan los cánones.

El momento cumbre de esta hermandad también se vive en calle Casapalma, en la que ambos tronos procesionan sin descanso alguno escuchando los hombres hasta seis marchas seguidas.

El alcalde, Francisco de la Torre, ha acudido a la salida junto a varios de sus ediles, entre ellos la incombustible Teresa Porras.