Entre bambalinas

Hora de nuevos retos

  • El debate, más allá de la propuesta de Semana Santa 2021, pasa por saber cómo construir el futuro e involucrar a las instituciones públicas con sinceridad

Volverán las sillas a llenar calle Larios.

Volverán las sillas a llenar calle Larios. / J. L. P.

Frente a los defensores acérrimos de una política sin igual, basada en la mezquindad, la pobreza dialéctica y el recochineo de oferta, unos cuantos españoles vieron un espectáculo bochornoso en el Congreso de los Diputados a mitad de esta semana. Insultos, chascarrillos tuiteros, golpes e incluso gruñidos se repartieron por la bancada. Ese es el ejemplo que nos dan sus señorías y que, desgraciadamente, nos contamina.

Afrontamos un tiempo nuevo con las mismas herramientas y pensamientos del último lustro. Abocados, a raíz del cambio del recorrido oficial, en primera instancia, y a la propuesta inicial de la Semana Santa de 2021, en segundo, a la confrontación. Al ser “agrupacionista” o ser anti San Julián. A sacar los móviles para pedir más luz en la plaza de la Marina –y regodearse en el ridículo- o ser un meapilas de una junta de gobierno. Sin puntos en común, con los lazos rotos. Como si la vida nos fuese en buscar un rédito personal por algo que nos apasiona.

A raíz de la propuesta de una Semana Santa con circuito cerrado y cortejos menos suntuosos volvió a salir a la palestra el aire de destrucción. Lo llamativo de todo es que, además de muchas palabras, apenas hubo propuestas. Si esta idea no gusta, ¿cuál es la acertada? No es que tengamos ya la panacea, pero sí sería interesante escuchar propuestas. Que emanen de cualquier sitio, porque las buenas aportaciones no son exclusivas de un salón de tronos. Quizás estén escondidas en alguna mente que, por no ser oficial, decidió callar.

Ha llegado la hora de escuchar nuevas propuestas, aunque luego resulten insuficientes. Aunque sean planes D, E o J. No nos podemos consolar a estas alturas con aprobar, es hora de demostrar que se puede alcanzar la máxima nota. Igual es momento de hablar con las instituciones públicas, que se lucran de la puesta en la calle de las procesiones, y exigirles en tiempos difíciles lo que las cofradías le han dado siempre sin pedir nada a cambio. Sin arrodillarse, sabiendo que se podrá aportar aún mucho más, y sin favores a devolver. En un presupuesto municipal de más de 800 millones de euros, y generándose hasta 81 millones por edición, el préstamo de la Agrupación de Cofradías es una nimiedad.

Mientras, no queda otra que pensar qué hermandades y qué Semana Santa queremos construir y empezar a dar pasos firmes. Dejando que las puertas se abran de una vez para que entre el imprescindible aire fresco que tanto llevamos demandando. Es la hora de ser valientes en el pensamiento y en la obra. De decir que amamos esta realidad y que no dejaremos a ningún hermano en la estacada. Pidiendo paso e imaginando que vendrán tiempos mejores  porque estamos ya poniendo nuestros esfuerzos en conseguirlo. Si los pintores convencieron a la ciudad de que Picasso era malagueño hasta la médula… ¿qué no se podrá conseguir usando la inteligencia y las medidas de seguridad?

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