Entre bambalinas

Al rincón de pensar

  • Existen lugares en los que un ‘Padre Nuestro’ y un ‘Ave María’ toman múltiples formas

Capilla de calle Agua.

Capilla de calle Agua. / José Miguel Ramírez (Málaga)

Casi todos hemos pisado alguna vez en el colegio ese espacio reservado para los alumnos que habían hecho alguna trastada en el patio o en clase, y si no, al menos, hemos oído hablar de aquel lugar. Esa zona que muchos frecuentaban varias veces a la semana y que otros al entrar parecía que se les iba a salir el corazón por la boca. Sí, te pasaste de gracioso y el profesor de guardia en el recreo te mandó a la biblioteca. Se acabaron las risas por unos minutos.

Es curioso, cuando eres pequeño eso parece un castigo, te alejan de tus amigos por un rato y te dejan solo y aburrido rodeado de libros, ¿qué cosas, no? Y ahora cuántas veces deseamos buscar al menos 15 minutos en ese lugar alejado de lo mundano, de las prisas, de los quehaceres diarios y de las preocupaciones. Ojalá alguien nos frenase de vez en cuando y nos mandara un ratito al rincón de pensar.

Ese lugar en el que parece que solamente estés tú, pero nunca te encuentras solo. Es ese rincón en el que las emociones van por dentro y en el que sabemos distinguir lo que es verdaderamente importante de lo que no. Ellos siempre tienen la respuesta certera a todo. Sabes perfectamente a qué lugar y a qué sentimiento me refiero, aunque cada uno lo personalice y lo sienta a su manera.

Es ese recoveco en el que un ‘Padre Nuestro’ y un ‘Ave María’ toman múltiples formas, y todas son válidas. Es ese banco en el que siempre te sientas porque tienes la visión perfecta de tu Virgen, y no te obstaculizan ni las columnas del templo de Santo Domingo ni las rejas de esa capilla lateral. Los estás viendo. Tu rincón se encuentra a mano izquierda nada más entrar en la iglesia de San Agustín, ahí tienes la certeza más absoluta de que Ellos te están esperando siempre, da igual el día y la hora. Él te alzará la mano y Ella te sonreirá tímidamente, y tú serás tú, ahí es donde el corazón habla y la razón calla.

Es esa acera desde la que puedes verlos en calle Victoria. A veces las luces de los vehículos se reflejan en el cristal y tienes que acercarte un poquito más, pero Jesús siempre rescata en calle Agua, y María llena de Gracia el alma de todos los que se santiguan frente a esa recoleta capilla. Es también ese escalón que pisas antes de entrar a la parroquia de la Divina Pastora para sentir de nuevo tus raíces capuchineras correr por tus venas, es esa estampa a la que te aferras en los momentos más complicados cuando no estás en casa, es esa fotografía que con tanto cariño guardas junto a tus padres en el día de procesión de tu corporación. El rincón puede llegar a ser omnipresente.

Has llegado a pensar este año que en ese día especial en el que tu hermandad se hace cofradía en la calle no disfrutaste en ese rincón que siempre te hace sentir. Fue distinto, Ellos así lo quisieron, pero recuerda que ese es el rincón en el que las sonrisas más se parecen a las que se vislumbran en la mañana del Domingo de Ramos, en el que tus lágrimas nunca caen al suelo porque Ella las recoge en su divino pañuelo. Detente unos instantes, y calma ese pulso acelerado. En la alegría y en la tristeza, acudamos siempre al rincón de pensar.

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