San Pedro, sin cofrades para el final del Jubileo
El Papa León XIV hace un guiño al Jubileo al arranque de la ceremonia de inicio de su pontificado, desde la que mandó un saludo a todos los peregrinos del Jubileo de las Cofradías
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Las imágenes de El Cachorro y La Esperanza de Málaga en Roma

Diez de la mañana de un domingo pontifical en San Pedro. El tiempo en Roma parece que pasa más rápido que en cualquier otro lugar. Hace tan sólo unos días que veíamos la imagen del Cristo del Cachorro y de la Virgen de la Esperanza en la capilla de la Presentación de la Virgen en el Vaticano. Hoy, todo (casi) ha terminado.
El 17 de mayo será recordado para la historia como aquel día donde el Coliseo se quedó pequeño frente a las cofradías. En especial, con las andaluzas. Sin embargo, el cierre final del Jubileo que llevamos días celebrando no se recordará como un hito emotivo para los asistentes al mismo. No por nada, sino porque apenas han acudido.
En la misa pontifical no cabía un alma más. Los helicópteros llevaban toda la mañana sobrevolando Roma. No es para menos, se encuentran aquí muchas de las más importantes autoridades del mundo. San Pedro estaba con el cartel del sold out desde poco antes de las nueve.
Miles de fieles de todos los lugares del mundo estaban allí. Banderas de todos los países ondeaban al cielo y en las espaldas de los asistentes con la emoción necesaria como para llevar ahí esperando horas y, además, saber que les queda de pie un par de vueltas al reloj más. Los más jóvenes optaban por sentarse en el suelo. Los precavidos llevaban agua y provisiones para soportar la espera. Sin embargo, ni rastro de los hermanos del Cachorro o de la Esperanza.
Es preferible pensar que el cansancio había inundado los cuerpos de los asistentes andaluces, que ayer se acostaron bastante tarde. En concreto, los provenientes de Sevilla cerraron algún que otro bar en el barrio romano del Trastevere, uno de esos lugares con más solera y encanto de toda la ciudad. Celebraban que habían hecho historia y, tal y como solemos hacer en nuestra tierra, no podía ser de otra manera que brindando por lo vivido.
Otros partían de regreso a casa. El aeropuerto de Fiumicino era hoy un hervidero de acento andaluz. Buen viaje a todos. Por su parte, los que aún estaban por la antigua Roma aprovechaban el "día libre" para hacer el turismo que no han podido realizar con tranquilidad en los días que llevan aquí.
"Si el Papa no ha venido a vernos, ¿por qué tenemos que ir nosotros?", escuché a uno de los transeúntes españoles por los aledaños de San Pedro. Bien es cierto que el recién estrenado Pontífice no se acercó en ningún momento a la Capilla, ni al palco de autoridades de la Gran Procesión, algo que sí pensaba hacer el difunto Francisco. No obstante, cabe recalcar que el superior de la Santa Sede no incluyó el Jubileo en su agenda por no haberse celebrado aún la misa Pontifical en la que —y de manera oficial— recibiría todos los atributos para ejercer como Papa de la Iglesia.
Sin embargo, Prevost sí que hizo un guiño al Jubileo al arranque de su ceremonia, desde la que mandó un saludo a todos los peregrinos del Jubileo de las Cofradías, y les dio las gracias por su asistencia. Lo que debería haber sido un hervidero de aplausos se ensordeció ante unas tímidas palmas que se escuchaban de manera dispersa por toda la Plaza.
Las pantallas para visualizar la eucaristía estaban presentes por toda la Ciudad del Vaticano. A las afueras de los cimientos de San Pedro, los fieles que no pudieron acceder al interior se agolpaban en cafeterías y plazas. En la Piazza Pio XII algunos hermanos del Cachorro -identificables por las credenciales colgadas al cuello, las que parece que no quieren quitarse aún- observaban de reojo lo que sucedía a unos metros más adelante. "Al menos nos ha dejado verle (al Señor) por el Coliseo", decía una de ellas a otro de sus acompañantes, ciertamente aliviada. Recordemos que, hasta hace apenas unos días, no sabíamos si las Hermandades podrían o no venir a Roma para celebrar el Jubileo.
Ya todo ha finalizado. El sueño de sevillanos y malagueños se ha esfumado. ¡Qué rápido pasa el tiempo en Roma! Quizás en unos años volvamos a repetir estas imágenes históricas. Mientras tanto, toca recordar lo vivido estos días en la ciudad eterna.
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