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La portería rival existe (1-0)

  • El Sevilla se complica su futuro en la Liga de Campeones tras perder en Braga por la sencilla razón de que apenas buscó el gol. La posesión fue visitante, pero quien marcó fue Matheus

Mal asunto para el Sevilla. El conjunto de Antonio Álvarez deberá remontar un 1-0 dentro de seis días, con las dificultades que ello conlleva, si no quiere quedarse fuera de un objetivo principalísimo de su temporada. Los nervionenses cayeron en Braga por la sencilla razón de que se olvidaron de que el fútbol se juega con una portería rival en la que hay que meter la pelotita alguna vez.

 

Por muy perogrullesco que sea, para conseguirlo hay que disparar, tener cierto instinto depredador y el Sevilla no lo tuvo en la noche de ayer en el norte de Portugal. Careció de esa maldad tan necesaria cuando le sopló el aire a favor, es decir, durante ese primer periodo del encuentro en el que el balón le perteneció de manera absoluta, y también cuando las fuerzas comenzaron a fallarle y los zagueros se toparon con más sufrimientos de los previstos debido a que muchas veces se hallaban en inferioridad numérica.

 

Son las cosas de los primeros partidos fuera de casa en estas competiciones a doble partido. Siempre parece que queda tiempo para remontar, se entiende que el colchón de la vuelta al calor de los suyos puede ser fundamental, que tampoco hace falta ir de verdad a por este primer asalto. Y pasa lo que pasa, que el adversario, en este caso el Braga, pese a su aparente inferioridad, sale indemne del choque y sencillamente se aprovecha de la primera ocasión que se le presenta para asestar un gol de no se sabe qué consecuencias. 

 

Porque no hubo más que ver los cinco primeros minutos del juego para saber qué podía haber ocurrido de entrar el Sevilla como si fuera la cita en la que todo acababa. Con el balón de un lado para otro en poder de los hombres que ayer vestían de azul, como si fueran el Chelsea o algo parecido, la pelota le llegó a Jesús Navas para que el extremo convirtiera al lateral Elderson en un verdadero pelele. El centro, bueno, demasiado bueno para todo lo que llegaría a continuación, fue rematado por Luis Fabiano con todo a favor, pero el cabezazo se topó con el poste de Felipe. Se había esfumado la primera gran ocasión, aunque no se presuponía que iba a ser la primera y la última. Mas así fue.

 

El aviso sevillista sirvió para que Renato se adueñara de la situación, para que el balón estuviera en poder de los visitantes casi todo el tiempo, para que el brasileño conectara con facilidad con Kanoute y también con los dos extremos. Y cuando no era así estaba el desahogo por detrás de Zokora, Fazio, Escudé e incluso los dos laterales.  A eso colaboraba, por supuesto, el Braga, que prefirió adoptar la estrategia de aguardar atrás, sin presionar en exceso siquiera, para cuando le llegara su ocasión en el momento que fuera. 

 

El problema fue cuando se empezaron a producir más situaciones de pases hacia atrás que hacia adelante, ya que Luis Fabiano cada vez se encontraba más solo en su lucha y el balón circulaba, es verdad, pero lo hacía en ese tiqui-taca del que aborrecía Javier Clemente. Con la colaboración de un rival que se lo permitía, el Sevilla había caído en su propia trampa, en sentirse a gusto con ese fútbol que no siempre conduce hacia el éxito. Porque la pelota es mejor tenerla que dársela al rival, pero cuando se ejerce esa superioridad en la posesión, como se demostraba en unas estadísticas finales de la UEFA que hablaban del 60-40 por ciento a favor de los nervionenses, conviene acercarse a la portería de Felipe, que así se llamaba el inédito guardameta del Braga, asustarlo al menos.

 

El marcador de cero a cero reflejaba fielmente que el Sevilla no lo había hecho cuando mejor lo tuvo, pero es que también el repaso del folio de las ocasiones de gol se quedaba en ese solitario remate de cabeza de Luis Fabiano al poste. A partir de ahí ya se podía vaticinar cierto sufrimiento tras el intermedio, justo en el momento que había elegido el Braga para tratar de ponerse por delante.

 

No es que el Sevilla diera entonces un paso atrás, tampoco fue eso, pero el depósito de combustible empezó a mostrar la luz de reserva y tampoco desde el banquillo, al contrario que la noche de la Supercopa frente al Barcelona, se reaccionó a tiempo. Los minutos se consumían en un partido mucho más equilibrado en esos instantes y poco después de la hora llegaría el mazazo de un gol en posible fuera de juego del autor. Diego Capel, muy fatigado, no llega a tapar un centro de Silvio, cabecea Paulo César y Matheus, en más que posible posición ilegal, remacha tras el paradón de Palop.

 

El Braga había conseguido justo lo que perseguía con su estrategia; el Sevilla se pregunta incluso qué estaba haciendo mal, tal vez sin que nadie se diera cuenta de que se había olvidado absolutamente de Felipe. El arreón final, lógico por otra parte, se quedó en un quiero y no puedo y hasta pudo ser peor en el disparo al larguero de Lima. Queda la vuelta en Nervión, pero el Sevilla ha jugado con fuego y se puede abrasar.

SPORTING DE BRAGA: Felipe; Miguel García (Silvio, min. 46), Moisés, Alberto Rodríguez, Elderson; Alan, Vandinho, Salino, Paulo César; Luis Aguiar (Lima, min. 56) y Matheus (Élton, min. 74).  

SEVILLA: Palop; Dabo, Fazio, Escudé, Navarro; Jesús Navas, Zokora, Renato (Cigarini, min. 82), Capel (Perotti, min. 69); Luis Fabiano y Kanouté(Negredo, min. 79) . 

GOL: 1-0. Min. 62.- Matheus. 

ÁRBITRO: Wolfgang Stark (Alemania). Amonestó a Miguel García (min. 24) y Paulo César (min. 53) en el Sporting y a Capel (min. 59), Escudé (min. 64) y Fernando Navarro (min. 67) en el Sevilla. 

ESTADIO: AXA Stadium. Unos 25. 000 espectadores. 

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