aniversario de la tragedia Se ofició una misa en Copiapó a la que acudió el presidente

Silencio en la mina chilena

  • Un año después del derrumbe que sepultó a 33 hombres, el yacimiento está vacío y la mayoría de los mineros están en paro y a la espera de cobrar indemnizaciones

De aquella ciudadela que llegó a albergar a casi 3.500 personas hoy no queda nada. En la mina San José reinaba ayer el silencio cuando se cumplía un año del derrumbe que sepultó a 33 mineros durante casi 70 días a 700 metros de profundidad. Sólo el ladrido de dos pequeños perros interrumpe la soledad de este yacimiento enclavado en medio del desierto de Atacama y que hace un año centró la atención del mundo tras el derrumbe y las posteriores labores titánicas de rescate.

Dos cuidadores se encargan hoy del lugar, donde sólo se ven piedras y arena. No hay rastros de aquella ciudadela con colegio, comedor, calabozo y cientos de carpas y casas rodantes que fue cobrando vida propia a medida que pasaban los días y que los familiares y amigos que se encontraban allí bautizaron como Campamento Esperanza.

No están las banderas chilenas ni los cientos de mensajes de aliento a los mineros escritos en las rocas. No quedan tampoco casi evidencias, apenas algunos cimientos, de las tres enormes máquinas excavadoras que trabajaron sin descanso durante más de 30 días para cavar uno de los pozos por donde fueron rescatados los mineros.

Y, aunque ya ha pasado un año, la mayoría de los 33 hombres que protagonizaron una historia de supervivencia que conmovió al mundo tratan aún de despertar de un mal sueño que les reportó mucha fama y poco dinero, mientras esperan los beneficios de libros y una película inspirados en su gesta.

Pero todo eso no llega y la mayoría de ellos están en paro: 15 siguen sin trabajo y siete tienen baja médica. Algunos se dedicaron a dar conferencias y otros pocos volvieron a la minería, pero la gran mayoría se ha dedicado a modestas actividades esporádicas sin empleos fijos.

"No tenemos dónde caernos muertos", dijo con rotundidad Pedro Cortés, uno de los 33 mineros. "Todavía tengo problemas psicológicos, no puedo dormir, tengo deudas y no tengo trabajo", concluyó este joven de 26 años.

En la misma línea se pronunció Jimmy Sánchez, el menor del grupo, quien aseguró en una entrevista que estaba más tranquilo dentro de la mina.

Los recuerdos de esos 69 días de encierro atormentan a este joven que acaba de cumplir los 20 años y que a un año del derrumbe se encuentra en paro y aún asumiendo el drama que le tocó vivir.

"Ahora estoy empezando a asumir todo lo que me pasó", contó Jimmy. "Dentro estaba más tranquilo. Ahora estoy raro. He cambiado, no soy el mismo de antes. Antes era más alegre, salía siempre, me gustaba conversar. Ahora no salgo, me siento solo", relató con angustia este joven superviviente.

Marcados por la dura experiencia y por penurias económicas, 31 de ellos interpusieron en julio una demanda por 11 millones de euros contra el Estado por supuesta negligencia en la supervisión del yacimiento San José. De tener éxito, cada uno de los demandantes recibiría unos 378.000 euros.

Además, los mineros están a la espera de que la Fiscalía finalice la investigación preliminar sobre los dueños de la mina, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, confirmaron a Efe fuentes del Ministerio Público.

Una vez adopte una decisión, los mineros podrían presentar una demanda contra ellos para obtener así otra indemnización.

Entre las promesas cumplidas figuran la moto y los casi 7.000 euros que el millonario empresario minero Leonardo Farkas regaló a cada uno de los trabajadores, además de las dos casas que ofreció a dos mineros que no tenían vivienda.

La mayoría de estos héroes por accidente dejaron ayer por un momento sus quehaceres para conmemorar el aniversario del derrumbe que les cambió la vida.

En recuerdo de la tragedia se ofició ayer una ceremonia religiosa y se inauguró una muestra de los principales hitos de esta historia que conmovió al mundo.

Los propios mineros se encargaron de organizar la misa, que tuvo un carácter ecuménico y se desarrolló en el Santuario de la Virgen de la Candelaria (patrona de los mineros) en Copiapó, la localidad en la que está ubicada la mina San José.

Pero no asistieron todos los que quedaron encerrados. Algunos se excusaron por encontrarse fuera de la ciudad o simplemente por no tener ganas de conmemorar la fecha, según confirmó uno de los mineros, Luis Urzúa, uno de los principales organizadores de las actividades.

También acudieron al homenaje de ayer el presidente Sebastián Piñera y el ex ministro de Minería, entre otros.

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