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Antes de suicidarse en prisión, Rosario Porto, la madre de Asunta, firmó su testamento y en él incluyó a cuatro personas: los dos abogados que la acompañaron en su caso, una prima suya y una amiga íntima que la acompañó los últimos años.
Su nombre es María Teresa Sampedro aunque en su entorno es más conocida como ‘La Nena’. Sin embargo, los dos abogados de Porto decidieron renunciar en su día a dicha herencia por motivos éticos y lo único que recibió la prima de la fallecida sería un joyero. Esto explica que la herencia recayera, prácticamente en su totalidad, en María Teresa.
Ahora, tres años después de que Rosario se quitara la vida, su heredera quiere recuperar el chalet de Teo en el que vivía la familia y en el que, precisamente, fue asesinada la pequeña Asunta Basterra. El inmueble llegó a estar a la venta por un millón de euros, pero desde entonces no ha logrado venderse debido al estigma que recae sobre él ya que fue el escenario del crimen de la niña.
De hecho, según las inmobiliarias la casa no tendría un valor superior a los 100 ó 150.000 euros en la actualidad. A eso habría que sumarle la amplia reforma que necesita el chalet.
Debido a que la vivienda llevaba vacía desde 2013, año en que se cometió el asesinato, y a que estaba en estado de semi abandono, en ella se instalaron dos personas ajenas a la propiedad.
Es precisamente esto lo que ha denunciado María Teresa Sampedro ante el juzgado, que además pretende que sean las dos personas que hay en su interior quienes se ocupen de los gastos de parte de la reforma. El único objetivo de Sampedro es vender cuanto antes el chalet y deshacerse definitivamente de él.
Fue en una de las habitaciones de la planta superior donde la Guardia Civil encontró una papelera de mimbre en cuyo interior había varios trozos de cuerda de la misma composición y color que la hallada junto al cuerpo de Asunta Basterra, que apareció en una zona de bosque de Cacheiras.
En la misma búsqueda también encontraron un rollo de la misma cuerda en el interior de uno de los armarios. Fue una de las pruebas que la investigación utilizó para relacionar el crimen de la pequeña con sus padres y para apuntar al chalet, que en aquel entonces ya era propiedad de Rosario Porto tras la reciente muerte de sus progenitores.
Rosario Porto y Alfonso Basterra acabaron con la vida de asunta administrándole una elevada dosis de tranquilizantes y asfixiándola, posteriormente, con algún tipo de almohada o cojín.
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