Reivindicación laboral

Muchos turistas y pocos hoteles “éticos” en Sevilla

Esther Salinas, portavoz de la Asociación Kellys Unión Sevilla (AKUS).

Esther Salinas, portavoz de la Asociación Kellys Unión Sevilla (AKUS). / Juan Carlos Vázquez Osuna

La primavera en Sevilla es una maravilla, sobre todo para los que viven del turismo. Y ahora que es temporada alta, las camareras de piso, o kellys, aprovechan la ocasión para publicar su lista anual de hoteles “éticos”. El listón para ser seleccionado no es especialmente alto: basta con que las trabajadoras formen parte de la plantilla, no de una subcontrata. Aun así, la inmensa mayoría de los que hay en la ciudad no cumple ese requisito, de ahí el llamamiento de estas empleadas para que los turistas opten por los recintos que respetan a quienes hacen que el huésped se sienta en su habitación igual que en su casa.Opciones hay, pero lo preocupante es la proporción: en la ciudad hay 236 hoteles y sólo 59 se merecen el calificativo de éticos. Es decir, apenas uno de cada cuatro. La cantidad no ha subido respecto a 2022 pese a que cada vez hay más alojamientos turísticos, así que la tendencia no es la ideal. “Sólo uno de los nuevos ha contratado a las camareras. El que más dolor me causa, por su situación estratégica, es el de la plaza de la Magdalena”, apunta Esther Salinas, de la Asociación Kellys Unión Sevilla (AKUS).

En el catálogo de hoteles buenos aparecen sólo dos de cinco estrellas (los clásicos Alfonso XIII y Colón), 39 establecimientos de cuatro, diez de tres, cuatro de dos (Doña Manuela, Casa de Colón, Don Pedro y Alcántara) y cuatro de una (Catedral, Puerta Sevilla, Simón y Madrid). El trato a las kellys no es directamente proporcional a la categoría del hotel, dicho sea de paso: “Hay uno de cinco estrellas en el que no quiere trabajar nadie”, advierte Salinas.

“Aquí viene una barbaridad de turismo y con la de beneficios que obtiene el sector, que está Sevilla inundada de hoteles y hay uno cada dos metros, no puede ser que sea a costa de nuestra salud”, denuncia Salinas. “Las camareras deben trabajar por jornada laboral, no por número de habitaciones, pero no es así. A ellas se les asigna un número y no se van hasta que limpian esas habitaciones. El trabajo se organiza de forma arbitraria, sin valorar la salud laboral. Si una kelly quiere salir a su hora, debe correr como una descosida”, explica. “Eso es lo que nos enferma a largo plazo, pero no está reconocido como enfermedad laboral sino como enfermedad común. Ellos siempre ganan, son como la banca. Nos explotan en nuestra mejor edad y cuando nos rompemos, se lo cargan a la Seguridad Social y no se responsabilizan”, cuenta.

Es más, ni siquiera los hoteles “éticos” son perfectos. “Tenernos en plantilla es lo mínimo, pero la explotación existe en todos. Ninguno cumple la ley de prevención de riesgos laborales”, señala Salinas. Del listado, de hecho, han sido excluidos algunos establecimientos que meten en nómina a las kellys “pero no cumplen el convenio”. “Son moralmente ciegos, nos ven no como personas sino como instrumentos de trabajo, de usar y tirar”, critica.

“El colectivo está con sobrecarga laboral y con contratos parciales”, prosigue la portavoz de la AKUS. “Nada es ilegal, pero todo unido crea la tormenta perfecta para la explotación y la precariedad. Los derechos caen siempre que hay una externalización y ninguna empresa externa contrata a jornada completa, sólo cuatro o seis horas. Eso no da para un sueldo digno”, lamenta Salinas, que al confrontar esa realidad frente a responsables de las subcontratas se topa con respuestas como “si con cuatro horas el trabajo ya es tremendo, ¿cómo las voy a contratar ocho horas, que las voy a matar?”.

Cuidar a las que cuidan las habitaciones, además, debería ser lo lógico. “Por supuesto el servicio es mejor si las camareras están contratadas. Cuando una está externalizada, no se siente parte de ese hotel, la motivación no es la misma. Vas pocas horas, no compartes tiempo con otros trabajadores, no formas parte del comité de empresa...”, enumera Salinas, que además calcula que “por cada recepcionista, un hotel necesita veinte camareras de piso”. “Las camareras son el grupo mayoritario en un hotel y además hacen el trabajo esencial, porque una habitación sucia no se va a vender”, sentencia.

Un colectivo “feminizado” y casi sin hombres

El uso del femenino al hablar de las kellys está justificado. “En la Asociación casi no hay hombres, son el 0,000...%. Es irrelevante”, señala Esther Salinas. “El sector sigue estando feminizado, pero espero que poco a poco empiece a haber camareros de piso. Queda mucho por hacer, hay que concienciar de que esto lo pueden realizar tanto hombres como mujeres”, reivindica. La portavoz de la AKUS también vincula la falta de derechos de las kellys a esa circunstancia. “Los derechos de la mujer en cualquier trabajo han sido heredados de los que ya tenían los hombres. En la limpieza y los cuidados, que son los colectivos más feminizados, casi carecemos de derechos porque los hombres no han trabajado ahí”, indica.

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