Ciudad Autónoma de Melilla

Melilla, todo un mundo por descubrir

  • Melilla es la puerta de Europa que se abre al norte de África; el puente que conecta Europa con la aventura en Marruecos es punto de unión entre dos continentes

Melilla es una ciudad de encuentro, un puente de culturas situada entre dos continentes, en definitiva, entre dos mundos.

Melilla es una ciudad de encuentro, un puente de culturas situada entre dos continentes, en definitiva, entre dos mundos.

Entre sus múltiples (y desconocidas) ventajas, la Ciudad Autónoma de Melilla cuenta con un clima envidiable: una temperatura media de 18º durante todo el año y un sol radiante que ofrece una luz única e inunda sus costas mediterráneas.

El Faro se ubica en Melilla la Vieja o El Pueblo, como la llaman los melillenses. El Faro se ubica en Melilla la Vieja o El Pueblo, como la llaman los melillenses.

El Faro se ubica en Melilla la Vieja o El Pueblo, como la llaman los melillenses.

Las costas de Melilla son y serán siempre parte de su alma, testigo de su historia pasada y la que aún está por escribirse. La ciudad española, ubicada en el norte de África, ofrece sus playas y acantilados, y no solo para pasearlos, sino también para navegarlos y extender esa experiencia por el idílico Cabo Tres Forcas: la navegación de recreo y poder bucear los arrecifes de la zona provocan el deseo de repetir en todo aquel que ha tenido la oportunidad de vivir y sentir Melilla. Porque Melilla está viva: es una de las ciudades con mayor densidad de población de Europa y, al contrario que otras regiones que viven despoblación, presenta una buena tasa de natalidad y una saludable pirámide poblacional.

Modernismo

¿Se imagina el enorme Patrimonio de Melilla? ¿Sabía que somos la segunda ciudad modernista más importante de Europa? La ciudad posee cientos de edificios modernistas de diversos estilos, protegidos y perfectamente conservados.

La Melilla modernista que conocemos, construida a principios del siglo XX, es el resultado de la interrelación de estilos y personajes que creyeron en la ciudad y la dotaron de una elegancia serena y vigorosa. La esencia modernista llega de la mano del arquitecto Enrique Nieto, un discípulo de Gaudí que dio rienda suelta a su imaginación en las calles de esta ciudad norteafricana. Lo hizo durante años al servicio del Ayuntamiento, levantando grandes homenajes a la arquitectura urbana que han impregnado a Melilla de una identidad muy personal. La influencia del Modernismo alcanza incluso a las distintas religiones que conviven en perfecta armonía en la ciudad: Enrique Nieto fue el encargado de diseñar la principal sinagoga de Melilla, la Mezquita Central y varios edificios para la Iglesia católica.

Modernismo. Modernismo.

Modernismo.

El legado histórico melillense cuenta con más de 500 años. Por si fuera poco, los recintos fortificados son la única referencia de nuestro entorno mediterráneo en el que se aúnan todas las influencias constructivas de fortificaciones desde 1497.

Melilla la Vieja o El Pueblo, como cariñosamente le llaman los melillenses, es la joya de la corona de su patrimonio. Comprende el recinto fortificado, de finales del siglo XV, época en la que una Melilla por la que habían pasado distintos pueblos se incorpora a la Corona de Castilla. Declarada Conjunto Histórico-Artístico, Melilla la Vieja se muestra como una fortaleza asentada sobre un peñón que se adentra en el Mediterráneo, unido a tierra firme por un istmo. Este conjunto monumental se compone de cuatro recintos separados por un foso o cortadura. Los tres primeros se internan en el mar; el cuarto, sobre el continente. En este último destacan los Fuertes del Rosario y de las Victorias, desde donde se realizaron los disparos del cañón El Caminante, que determinó los actuales límites de Melilla.

No como elemento físico, pero también forma parte de la historia viva de Melilla, y de su patrimonio, la estrecha relación de la ciudad con los ejércitos. Cuerpos de infantería tan nobles como los de Regulares y La Legión mantienen una íntima confianza con la ciudad, lo que se traduce en las continuas actividades organizadas, como la carrera de La Africana o El Desafío de Regulares, pues Melilla también es la Ciudad del Deporte.

Patrimonio inmaterial

Mención especial merece aquí el patrimonio inmaterial. No es una frase hecha; Melilla constituye un viejo crisol de culturas: desde tiempos inmemoriales aquí han convivido todo tipo de creencias, idiosincrasias, pueblos... todos en perfecta armonía, respeto y tolerancia... el resultado es una Melilla llena de color, sabores y gente diversa.

Las costas de Melilla son y serán siempre parte de su alma, testigo de su historia pasada y la que aún está por escribirse. Las costas de Melilla son y serán siempre parte de su alma, testigo de su historia pasada y la que aún está por escribirse.

Las costas de Melilla son y serán siempre parte de su alma, testigo de su historia pasada y la que aún está por escribirse.

Solo en Melilla es posible caminar rodeado de gentes tan diversas, unos con rasgos indios o hebreos, otros con las vestimentas típicas bereberes o con chilabas árabes. La esencia de lo cotidiano se entrelaza entre la singularidad y el sentimiento de respeto por las diferencias, compartiendo una mirada cosmopolita a un mundo que cada vez con más fuerza consolida la riqueza multiétnica y multicultural como el verdadero pilar de la integración social y democrática. Una vida de respeto y convivencia es la que marca el pasado, presente y futuro de los vecinos de Melilla. Melilla es una ciudad de encuentro, un puente de culturas, Melilla se sitúa entre dos continentes, en definitiva, entre dos mundos.

Rica gastronomía

Esta situación privilegiada se traduce en cientos de ventajas, entre ellas una rica y variada gastronomía. Comer en Melilla es todo un regalo para los sentidos, una cocina en la que todos los pueblos y culturas que han pasado por aquí han añadido algo; las especies morunas, el pescado y marisco de las costas melillenses o las influencias andaluzas hacen de la gastronomía melillense todo un activo patrimonial. Siendo Europa, Melilla cuenta con la ventaja de estar situada junto a Marruecos, lugar donde la aventura y el exotismo resultan grandes atractivos. Por su situación geográfica, Melilla se convierte en puerta de entrada, un puente que une Europa con un país milenario, heredero de siglos de tradición. Un Marruecos de cultura viva con fiestas, rituales y costumbres ancestrales.

Puerta del desierto

De hecho, desde Melilla se inicia la aventura para miles de viajeros que emprenden su camino hacia el desierto. Numerosos touroperadores fijan en la ciudad española la base de sus viajes hacia Merzouga y otros destinos de Marruecos. Melilla tiene la experiencia, la situación y las condiciones para ser puerta de entrada hacia Marruecos. Y, más allá de su tamaño, Melilla ofrece un sinfín de posibilidades y opciones: las fronteras que aparentemente nos separan son los caminos que nos unen con todo un mundo, como es el que ofrece Marruecos.

Melilla. Melilla.

Melilla.

Los amantes de la aventura y el descubrimiento encontrarán en Melilla un punto de partida ideal para iniciar diferentes rutas de aventura. Se puede comenzar por la región del Rif, que desde Melilla se alcanza fácilmente en una excursión corta que tendrá como punto de inicio y final la ciudad española.Una de las excursiones que no se pueden dejar de realizar es la que empieza en el Cabo de Tres Focas y Kelaya, península en la que se sitúa el macizo montañoso del Gurugú y la albufera de Mar Chica.El monte de Gurugú ha sido convertido en un atractivo Parque Natural en el que se encuentra la colonia de monos de Berbería o las ruinas romanas de Tazuda. Siendo Melilla la ciudad europea más cercana al desierto, tiene una interesante oferta de excursiones por los oasis, las dunas, las palmeras y las misteriosas ciudades del sur.