Futuro de la investigación

ARN mensajero: mucho más que vacunas para el Covid-19

  • Una de las tecnologías punteras en la inmunización contra el Covid-19 abre la puerta a otras innovaciones en áreas como las patologías inflamatorias o las cardiovasculares

Primera edición de ‘Esto es ciencia, no ficción’, iniciativa impulsada por la compañía Pfizer.

Primera edición de ‘Esto es ciencia, no ficción’, iniciativa impulsada por la compañía Pfizer. / M.G.

Mucho se ha hablado, para bien y para mal, del mecanismo de las vacunas contra el Covid-19, el llamado ARN mensajero. Una tecnología que, en realidad, llevaba años en estudio, pero que, en los últimos años, gracias a la inversión de todo tipo de recursos realizada a raíz de la pandemia, consiguió un avance que en otras circunstancias hubiera costado décadas. Un avance que no solo se traduce en mejorar las vacunas contra el Covid, sino que abre todo tipo de posibilidades.

Para ahondar sobre cuáles pueden ser las mismas, tenía lugar la primera edición de ‘Esto es ciencia, no ficción’, iniciativa impulsada por Pfizer. Durante el mismo participaba Uwe Schoenbeck vicepresidente senior de Worldwide Research and Development de Pfizer.  “En la pandemia hemos visto cuan potente es esta tecnología, ha sido un punto de inflexión para la ciencia y podemos decir que las aplicaciones futuras van a ser inmensas”, afirmaba Schoenbeck. En concreto, el objetivo de la compañía es ir “más allá de enfermedades infecciosas y entrar en nuevas áreas terapéuticas”, especialmente en enfermedades raras, pero también en enfermedades más prevalentes como inflamatorias o cardiovasculares.

A más corto plazo, los objetivos de ARN mensajero pasan por utilizar esta tecnología mejorar la vacuna para el herpes zóster y también para la vacuna de la gripe. “El objetivo es desarrollar una vacuna para prevenir todo tipo de gripes que cuente con mayor eficacia que las vacunas actuales, con un enfoque innovador contra gripes estacionales, que nos ayude a luchar contra la amenaza de una posible pandemia de gripe del futuro”. Sin embargo, también esperan seguir investigando en las nuevas cepas del propio SARS-CoV-2 o incluso en el tratamiento de los pacientes que padecen Covid persistente, a través de la búsqueda de biomarcadores específicos, aunque estas investigaciones aún están en una fase muy incipiente.

Precisamente, sobre el futuro de los biomarcadores intervenía en este foro, Ángel Carracedo, coordinador del Grupo de Medicina Genómica de la Universidad de Santiago de Compostela. “Cada día es más difícil conseguir un fármaco que mejore la eficacia y los efectos secundarios de lo ya existente, precisamente porque las enfermedades son algo muy heterogéneo”, explicaba.

Por ello, la ciencia apuesta ahora por dos caminos. El primero, dividir a las propias enfermedades en subgrupos o clases que compartan características en común. Por otro, identificar a aquellos pacientes que pueden ser más respondedores a un determinado fármaco. Es lo que se conoce como Medicina personalizada. Para conseguir esto es necesario herramientas que permitan identificar ambas cosas, lo que actualmente se denomina como biomarcadores. “Un biomarcador es una característica que puede ser medida de forma objetiva. No solo genómico, por ejemplo, el nivel de glucosa en sangre es un biomarcador de diabetes. Es decir, un marcador que indica un proceso biológico, una enfermedad, o una respuesta a fármacos”.

En el caso de los biomarcadores genómicos, en la actualidad estos tienen especial interés en tres áreas de investigación: enfermedades raras con componente genético, cáncer y farmacogenética. Sin embargo, como señala el experto, “el problema es que esto lo hace más caro, porque utilizamos esta medicación en un número menor de pacientes”. De esta forma, cabe reflexionar sobre una tercera función, que es lo que Carracedo denomina como prevención personalizada o genómica predictiva.

Básicamente se traduciría como “identificar individuos que están en riesgo de sufrir una enfermedad y poner medidas terapéuticas o de hábitos de vida, para evitar que esta enfermedad se produzca o que lo haga lo más tarde posible”. Algo que repercute en la salud de la población a la vez que en la sostenibilidad del sistema.

No es algo que pueda ser aplicable a todas las enfermedades. En algunos casos porque aún no hay conocimiento que haga posible identificarlas y en otros porque no hay forma de tratarlas de forma precoz. Pero sí que hay patologías concretas en las que se están haciendo pruebas piloto en países como Finlandia o Reino Unido.

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