Carlos Herrera brinda una noche feliz a sus 'fósforos'
El conductor del matinal de Onda Cero, que está cerrando detalles de la nueva temporada, sirvió una deliciosa conferencia biográfica en Puerto Sherry
Un futuro menos oscuro en lo económico, con el potencial del internet de inmediatez, cercanía y universalidad que genera a su vez un futuro abierto para los medios de comunicación. Carlos Herrera lo explicó como sólo un comunicador de su calibre sabe, fundiendo la anécdota con la palabra sutilmente persuasiva, y lo aliñó con recuerdos personales y experiencias "verosímiles".
El conductor del matinal de Onda Cero Radio, que anda cerrando detalles para la nueva andadura de cara a esta temporada, habló de la radio, con una sonrisa al pasado mirando de cara al porvenir, en el ciclo de conferencias del hotel Puerto Sherry, en El Puerto de Santa María. Se desenvolvió ante medio millar de asistentes entre los que se encontraban numerosos profesionales de los medios y un buen puñado de fósforos, la palabra que esgrimen los incondicionales de Herrera en la Onda. El periodista almeriense, fajado entre Barcelona, Sevilla y Madrid, fue presentado por el presidente del consejo asesor en España del Grupo financiero Espirito Santo, Manuel Guerrero, quien desgranó detalles de este joven que comenzó de "traidor", es decir, de chico de los recados, en Radio Sevilla y que ahora es una de las voces (y firmas) más influyentes de España. A su vez la bienvenida la dio el presidente del grupo de Hoteles HACE, anfitrión del encuentro de este jueves al anochecer, el empresario Jan de Clerck.
Herrera, confidente y descriptivo hasta parodiar las voces ajenas, detalló lo que vivió en el efímero show Primero Izquierda, para la entonces Primera Cadena de TVE, a principios de los 90, cuando las interrupciones en la grabación vinieron a arruinar un programa en el que coincidían Rocío Jurado, Camarón o Curro Romero. Aquella experiencia le marcó para decidir que desde entonces todos sus programas en la televisión serían en directo. Y también recordó como un hecho aún palpitante en su corazón el descubrimiento de aquella bomba enviada por ETA a Radio Nacional, camuflada en una caja de puros. "Aquello no cambió mi discurso", subrayó el sevillano de adopción entre los cariñosos aplausos de los asistentes.
El de Onda Cero es en estos momentos el conductor matinal que lleva más años ininterrumpidos con su programa y cadena, pero para llegar a su lugar de privilegio, segunda opción en el dial según el EGM, ha habido una carrera profesional que daría para varias vidas de otros. Carlos Herrera fue aquel joven bigotudo que se asomó a los Telediarios de la etapa más guerrista de TVE, en 1983, con José María Calviño de director general. "En aquel ambiente sólo podía durar tres meses", confesaba a este periódico mientras brindaba sus palabras de evocación a una compañera televisiva de aquella etapa, Concha García Campoy. Y también fue un gran impulsor para el reconocimiento de la copla, en la SER y en Canal Sur, cadena de televisión para la que en 1989 entrevistó a Miguel de Molina, sus últimas palabras, tal vez el momento profesional del que se siente más orgulloso este licenciado en Medicina. Carlos Herrera presentó programas de entretenimiento en TVE y tuvo que encarar conflictos con su vecino de mañana en la COPE, el fallecido Antonio Herrero, lo que le obligó a regresar a su tierra, convirtiéndose el matinal de Canal Sur Radio en el punto de inflexión para ser lo que ahora es. "En Canal Sur viví los dos años más felices de mi vida. Fue una primavera", expresaba el comunicador, mientras rescataba aquella inolvidable anécdota televisiva del presidente Lopera y el socio que se llevaba al estadio las cenizas de su padre dentro de un tetra brik. Un programa de la emisora andaluza que llegó a ser comprado por cadenas escandinavas.
Apareció el "Herrera, Carlos" de Radio Nacional, el que sufrió dos atentados frustrados por plantar cara a los asesinos etarras ("que te quieran matar es una cosa algo molesta", ironizó) y el que ahora ha creado un sólido programa en Atresmedia, desde Sevilla, con un intenso despertador de calado político y una segunda parte, a partir de las 10, abierta a las voces de la calle. Hubo momentos para hablar de Luis del Olmo y el apócrifo poema de un premio Nobel imposible de encontrar en aquellos tiempos sin internet; del invitado equivocado de Manuel Antonio Rico; o de las terribles vehemencias de Encarna Sánchez, con la que coincidió en Radio Miramar y a quien piropeó por sus virtudes comunicadoras y reprochando a quienes, con ella fallecida, son capaces de pisotear su memoria.
Y apareció el impulsivo joven que un día notó en el bolsillo el primer sobre de su nómina, en Radio Mataró, y cuyo director le "perdonó la vida", después de que se desahogara con una serie de improperios creyendo que el micrófono estaba estropeado. Temps era temps, en una Cataluña distinta a la actual, donde el nacionalismo y ese afán de fabricar el odio ajeno para generar separatismo no había empapado con fuerza.
Fue el recorrido de una voz elegante para un 'chico' de Almería que ha vivido lo que no está en los escritos. Habrá un día que leer lo que oímos en Puerto Sherry , en un atardecer impagable de esos que obsequia la Bahía de Cádiz.
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